Diagnóstico, tratamiento y vacunas

Equipo de investigadoras e investigadores de la UBA.

Investigadores argentinos lograron probar que un tipo de levadura es efectiva para ayudar en la producción, barata y en masa, de una proteína del coronavirus vital para el diagnóstico, tratamiento y, eventualmente, prevención mediante vacunas.

Científicos del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional, de la UBA, forman parte de este descubrimiento del Consorcio AntiCOVID, cuyos resultados fueron publicados en la revista Scientific Reports.

Cuando en enero de 2020 todo el mundo comenzaba a hablar de una rara enfermedad que se estaba expandiendo por China, los científicos argentinos no fueron la excepción. Investigadores de la UBA, junto a colegas de diferentes instituciones, comenzaron a trabajar en la producción de proteínas útiles para diagnóstico, tratamientos y, eventualmente, vacunas.

Parte de estos investigadores  se desempeñan en el nuevo Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional (iB3), que comenzó a funcionar formalmente durante la pandemia en la Universidad de Buenos Aires, con investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

El genoma del SARS-CoV- 2, el virus responsable de la enfermedad COVID19, ya estaba disponible desde enero de 2020, secuenciado por científicos chinos. “En febrero nos planteamos el desafío de poder responder a una pandemia como la que veíamos que se estaba desarrollando en China. En ese momento no teníamos repercusiones locales, pero nos propusimos trabajar en pos de soluciones para esa nueva enfermedad”, relató Alejandro Nadra, flamante director del iB3, investigador y docente de la UBA.

“Queríamos crear un centro de producción de proteínas recombinantes, proteínas que tuviesen interés para salud humana”, continuó Nadra. “Todo esto, antes de que se declarase el aislamiento social preventivo en Argentina, por lo que ya estábamos en el tema cuando el virus llegó al país. Nuestra intención era producir antígenos mediante una proteína llamada RBD, parte de la proteína que recubre al SARS-CoV- 2, que puede ser útil para diagnóstico, tratamiento y prevención”.

“Nos pusimos a trabajar intensamente, en distintos grupos de investigadoras e investigadores, de forma colaborativa y complementaria para producir esta proteína en distintos sistemas”, contó Nadra. “Rápidamente la tuvimos funcionando, y la pusimos a disposición de todos los grupos de investigadores que la pudieran necesitar, tanto para hacer tests de diagnóstico, como para generar anticuerpos que neutralizasen el virus”.

Estas proteínas, llamadas recombinantes, son como la insulina que se genera in vitro para quienes tienen diabetes. Estas últimas, por ejemplo, se hacen a partir de cultivos de una bacteria, la E. coli. Algo similar se hizo con el coronavirus, generando anticuerpos en gallina, llama y en caballos, con la posibilidad de crear sueros hiperinmunes.

El pasado viernes el equipo de iB3, que forma parte del Consorcio Argentino AntiCOVID, publicó en la revista Scientific Reports un estudio sobre la producción de estas proteínas en base a levadura. La levadura, que conocemos por ser utilizada en pan o cerveza, por ejemplo, es, en realidad, un grupo de hongos microscópicos. Los elegidos por el equipo que integra Alejandro Nadra, fueron de la especie Pichia pastoris.

“Logramos producir la proteína RBD en levaduras, lo que la hace mucho más económica y escalable”, explicó Nadra. “Esta RBD es parte de la proteína Spike, que recubre al virus SARS-CoV- 2. También caracterizamos sus propiedades y vimos que se comporta de forma muy similar a la producida en células humanas. Esto sirve tanto para producir kits diagnósticos, como para generar anticuerpos en animales que puedan servir para prevención o tratamiento. La posibilidad de producirla en gran escala y a bajo costo la hace compatible con usarla como vacuna, también”.

Trasladando la ciencia a la sociedad

Si algo permitió la pandemia de coronavirus fue  que la gente pueda ver a las y los científicos en acción. Al común de la gente le costó aceptar que problemas como que un virus desconocido se esparza sin control por el mundo, no tengan una solución rápida. Esto sucede  porque rápido es hacer un post en Twitter, no conciben como rápido el trabajo que decenas de miles de científicos realizaron durante casi 10 meses para poder conocer a fondo al virus, y tener la solución para diagnóstico, tratamientos y vacuna para la prevención.

El equipo de investigadoras e investigadores que integran el instituto iB3 de la UBA comenzó a trabajar en el tema antes de que el virus llegase a nuestro país, y fueron obteniendo resultados en el camino, con certezas, 8 meses después, que para la mayoría de la gente es mucho tiempo, pero para la ciencia es súper veloz.

Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional surgió de la necesidad de esas decenas de investigadores que trabajaban en diferentes áreas de las biociencias, pero con temáticas en común, que es toda aquella tecnología que se inspira o utiliza material biológico. Pueden ser biosensores, o valerse de microbios para detectar toxinas en el agua, o el desarrollo de proteínas para el diagnóstico, o estudiar mecanismos de funcionamiento, no sólo de coronavirus, sino de otras posibles enfermedades.

El iB3 busca desarrollar proyectos que tengan un posible vínculo con la clínica, es decir biotecnología aplicada a la salud humana, que es donde entra lo de biología traslacional, que son desarrollos e investigaciones que se puedan trasladar del laboratorio a los pacientes.

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