La educación en Argentina fue algo prioritario para los gobernantes desde los inicios del período independiente. Pero, la educación primaria no alcanzaba a todos por igual, no era común para todos, ni obligatoria. Gran parte de las clases bajas, e incluso las mujeres en general, no tenían acceso, y en las pocas escuelas que sí, se les brindaba una educación diferente.
“La ley 1420 es considerada la ley educativa más importante hasta avanzado el siglo XX, porque estableció la idea de la educación como un derecho, la idea de que todos los ciudadanos, fueran quienes fueran, niños y niñas, hombres y mujeres, nativos e inmigrantes, rurales o urbanos, pobres o ricos, debían concurrir a la misma escuela, en igualdad de condiciones, aprender lo mismo, para formarse como ciudadanos y poder ejercer sus derechos”, contó Pablo Pineau, doctor en educación por la UBA, autor de varios libros sobre el tema, y profesor de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires.
Educación para todas y todos
Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los grandes impulsores de la educación común, universal, obligatoria, gratuita y sin religión. Fue presidente entre 1868 y 1874, y ocupó cargos importantes en el sistema educativo antes, y después. En esas oportunidades, no sólo impulsó la iniciativa a modo personal, sino que apoyó a otras figuras del ámbito educativo.
“Sin lugar a dudas, la figura de Sarmiento es central para pensar la cuestión de la educación como un derecho”, explicó Pineau. “La ley 1420 es una ley de educación común, que no es una palabra menor, común se refiere a la educación de los iguales. Y educación obligatoria, algo que se coloca como base del proyecto”.
“La ley 1420 va a establecer la educación común para todos los niños y niñas, con interesantísimos avances en cuestiones de igualdad de género para la época”, aclaró el experto. “No sólo hay que pensar en el trabajo de Sarmiento, en este tema, sino de una de las personas que más lo apoyó e ideas le brindó, que fue Juana Manso”.
Juana Manso venía proponiendo una educación mixta desde 1859, que no sólo incluyese a las niñas, sino que estudiantes de ambos sexos tuviesen la misma enseñanza. Le costó mucho poder fundar la primera escuela mixta del país, y más mantenerla. La escuela tuvo que mudarse varias veces de edificio, porque era constantemente apedreado. Finalmente, en 1865 se vio obligada a renunciar, por las agresiones, y presiones constantes.
Pero cuando Sarmiento llegó a la presidencia le otorgó un lugar importante dentro de la organización y la reglamentación de la educación argentina. Fue una de las principales precursoras de la ley 1420, si bien no la llegó a ver en acción, porque falleció en 1875.
Cómo enseñar
“Una primera lectura que se puede hacer de la ley 1420”, opinó Pineau, “es que cierra todo el debate educativo del siglo XIX, e inaugura el debate educativo del siglo XX. Hay que pensar que, en el siglo XIX, la Argentina terminó de pasar del modelo colonial, al proyecto independentista. Para el que se ha de formar un nuevo sujeto político, pensado en el ciudadano, pero no exactamente como el ciudadano europeo, no es lo mismo un francés, que un latinoamericano, para la época”.
Si bien el ideal patriótico todavía no se instala en la educación argentina. Como explicó Pineau: “Un término que se podría esperar que esté en la ley 1420, y que no está, es el de Patria. La escuela no nace como templo de la patria, sí como templo de la nación, el proyecto patriótico se sumará después a la escuela argentina, para el centenario de la Revolución de Mayo en 1910, con la presidencia del consejo nacional de educación de José María Ramos Mejía”.
Otro de los logros más importantes de la ley 1420, y del gobierno de Julio Argentino Roca, quién era presidente para la época en que se instauró la ley, fue la creación de cientos de nuevas escuelas, y de un increíble aumento en el total de estudiantes.
Con ello también aumentaron las escuelas, ya que en el artículo 5 de la ley se dejaba en claro que, al ser obligatoria la educación, debían existir escuelas gratuitas para los niños de edad escolar. Estipulaba que debía existir al menos una escuela pública en cualquier vecindario de entre 1000 y 1500 habitantes, en las grandes ciudades, así como en pueblos de más 500 habitantes.
Una ley señera
“Un error común sobre la ley 1420”, contó Pineau, “es el de pensar que actuó sobre todo el país, y no fue así. Es una ley que sólo actuaba en escuelas que dependían de la nación, esto es, las escuelas que no eran provinciales”. Con la llamada Ley Lainez, de 1905, amplió bastante su rango de acción, ya que autorizaba a la nación a crear escuelas nacionales en jurisdicciones provinciales.
La ley 1420 fue finalmente derogada en 1978 por la dictadura militar, momento en que se transfirieron todas las escuelas nacionales a las jurisdicciones en las cuales operaban. Pero recién se completó para fines de 1992, cuando el gobierno de Carlos Menem sancionó la ley federal de educación.
Si bien se trató de una ley con no tanto rango de acción, la idea que instaló se trasladaría a todos los ámbitos educativos del país, incluso a los universitarios, como es en el caso de la UBA. Fue la idea de que la educación era un derecho, que debía ser gratuita y común para todos.