A 122 años del nacimiento de Borges, recordamos un lado suyo poco conocido, que fue el de profesor universitario. Jorge Luis Borges fue catedrático de la UBA desde 1956 a 1968. “A mí me gusta mucho enseñar, sobre todo porque mientras enseño, estoy aprendiendo”, contó el escritor en una entrevista.
Borges fue, es y será una figura indiscutida de la literatura argentina y mundial, pero, como él mismo ha dicho, se enorgullecía más por lo que había leído, que por lo que había escrito. Es que, no sólo era un gran escritor, sino un erudito de la literatura universal. Así fue como terminó a cargo de la cátedra de Literatura Alemana y Literatura Inglesa y Norteamericana de la UBA en 1956.
Si bien las obras más famosas y celebradas de Borges ya habían sido publicadas, para cuando comenzó a dar clase en la UBA, no era un personaje famoso. Era director de la Biblioteca Nacional hacía ya un año, pero para muchos de sus alumnos, era un profesor más.
Su carrera literaria estaba consolidada, y en el ambiente intelectual era reconocido, pero la fama le llegó tras recibir el Premio Formentor, en 1961, compartido con el Premio Nobel Samuel Beckett. Allí despegaría hasta ser traducido a decenas de idiomas por todo el planeta.
Borges profesor
“He sido profesor de literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y he tratado de prescindir en lo posible de la historia de la literatura. Cuando mis estudiantes me pedían bibliografía yo les decía: no importa la bibliografía; al fin de todo, Shakespeare no supo nada de bibliografía shakespiriana. Johnson no pudo prever los libros que se escribirían sobre él. ¿Por qué no estudian directamente los textos? Si estos textos les agradan, bien; y si no les agradan, déjenlos, ya que la idea de la lectura obligatoria es una idea absurda: tanto valdría hablar de felicidad obligatoria. Creo que la poesía es algo que se siente, y si ustedes no sienten la poesía, si no tienen sentimiento de belleza, si un relato no los lleva al deseo de saber qué ocurrió después, el autor no ha escrito para ustedes. Déjenlo de lado, que la literatura es bastante rica para ofrecerles algún autor digno de su atención, o indigno hoy de su atención y que leerán mañana“.
Comentó en unas conferencias editadas en el libro Siete Noches.
Borges dio clases en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UBA, entre los años 1956 y 1968. Él se dedicaba a las clases de literatura inglesa de la cátedra, mientras que su adjunto, Jaime Rest, se ocupaba de la norteamericana.
En plena época de cambios en las universidades argentinas, Borges fue aceptado como catedrático, frente a otros postulantes, por sus antecedentes y su gran erudición, pese a no haber obtenido nunca un título universitario.
“Al año siguiente recibí una nueva satisfacción, al ser designado en la Cátedra de Literatura inglesa y norteamericana de la Universidad de Buenos Aires. Otros candidatos habían enviado minuciosos informes de sus traducciones, artículos, conferencias y demás logros. Yo me limité a la siguiente declaración: ‘Sin darme cuenta me estuve preparando para este puesto toda mi vida‘. Esa sencilla propuesta surtió efecto. Me contrataron y pasé doce años felices en la Universidad”.
Contó Borges sobre el tema en su Autobiografía:
Podemos conocer en detalle cómo eran sus clases gracias a que el curso de 1966 fue grabado y transcripto por sus alumnos. Del mismo modo en que se hizo siempre, los alumnos graban las clases, las transcriben, y las comparten para que sea una ayuda para el estudio.
Esos alumnos no sabían que estaban haciendo historia al pasar esas 25 clases por escrito, ya que ni las cintas de grabación se conservaron, seguramente reutilizadas para grabar otras clases. Todo ese ciclo fue recopilado en el libro Borges profesor, editado y anotado por Martín Arias y Martín Hadis.
Las clases de Borges eran casi como uno de sus cuentos. Para mantener el suspenso, se valía del gesto típico del narrador que es la anticipación de cosas que se contarán más adelante. Narraba detalles de la vida cotidiana de los autores, para volverlas más entretenidas.
Pero, principalmente, buscaba despertar pasión por la literatura en los alumnos, que los llevase a leer y descubrir otras obras de los escritores tratados. Apenas si hay una referencia a exámenes, en todo el curso grabado de 1966.
Al estar ya casi completamente ciego, para la época, era normal que le pidiese a los alumnos que le prestasen su vista y su voz para leer partes de las obras en clase. A medida que el alumno en cuestión leía, él iba comentando cada párrafo o estrofa. “Yo no veo”, contó en una entrevista, “pero puedo sentir el ambiente que me rodea. Por ejemplo, si me están escuchando con atención o distraídamente”.
Por esos tiempos, la Facultad de Filosofía y Letras no se encontraba en su actual edificio. Borges arrancó su carrera de docente UBA en el que hoy pertenece al Rectorado, en Viamonte 430, y terminó con la facultad mudada a un edificio propio, pero que hoy pertenece a la Facultad de Psicología, en Independencia 3065.
“He enseñado exactamente cuarenta trimestres de literatura inglesa en la facultad, más que enseñado, he tratado de traducir el amor de esa literatura”, contó Borges en una entrevista. “He preferido enseñarles a mis estudiantes no la literatura inglesa —que ignoro— pero sí el amor de ciertos autores, o, mejor aún, de ciertas páginas, o mejor aún, de ciertas líneas. Y con eso basta, me parece. Uno se enamora de una línea, después de una página, después del autor. ¿Bueno, por qué no? Es un hermoso proceso. Yo he tratado de llevar a mis estudiantes a eso”.