A las 21 horas del 27 de agosto de 1920, el radioaficionado Enrique Susini, ante un micrófono de radio expresó: “Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, ‘Parsifal’, con la actuación del tenor Maestri, el barítono Aldo Rossi Morelli y la soprano argentina Sara César, todos con la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Félix von Weingarten”.
Aquella transmisión, lograda con una bocina para sordos agregada a un micrófono y ambos conectados a un transmisor de 5 vatios, fue realizada con éxito desde la azotea del Coliseo. Se extendió hasta las 12 de la noche, aunque sólo pudo ser escuchada por menos de 100 personas que poseían auriculares “a galena” en Buenos Aires, la única manera de escuchar radio, por esos años.
Susini, quien era médico otorrinolaringólogo, no estuvo solo en aquella hazaña, lo acompañaron César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, todos apasionados por la radiofonía y estudiantes de Medicina en la Universidad de Buenos Aires, quienes, desde entonces, fueron llamados “Los locos de la azotea”.
Al día siguiente, los jóvenes transmitieron las óperas Aída, Parsifal nuevamente y, a la noche, Iris. Desde entonces, las emisiones se sucedieron sin interrupciones. Aquel gran acontecimiento originó la primera licencia de la radiodifusión nacional: LOR, Radio Argentina, que transmitiría regularmente hasta finales de 1922 y serían las únicas que se podían receptar en el dial de la Capital Federal.
La Radio Argentina de Susini fue pionera en varios aspectos: fue la primera en proponer un noticiario, formar un equipo de locutores y ser inscripta como empresa en un registro internacional, al obtener la primera patente de marca en su tipo anotada y reconocida por la UIT en todo el mundo. Además, el 12 de octubre 1922 se realizó la primera emisión radiofónica de la asunción de un presidente argentino: Marcelo Torcuato de Alvear.
En homenaje a los jóvenes radioaficionados y debido a la hazaña que lograron, cada 27 de agosto se conmemora en Argentina el día de la radio.
“Una audición llovida del cielo”
Al otro día de la gesta de “los locos de la Azotea”, el crítico musical Miguel Mastrogiani publicó una crónica en el diario La Razón, titulada “Una audición llovida del cielo. Parsifal a precios popularísimos”.
Entre otras palabras, Mastrogiani, escribió: “Es posible que mucha gente ignore una cosa simple y a un mismo tiempo maravillosa. Disimuladas entre chimeneas, tubos de respiración, soportes de hilos telefónicos y cables eléctricos, desparrámase por los techos de las casas de la ciudad, sensible y alerta un buen número de antenas de radiotelegrafía. Corresponden a otros tantos aparatos receptores y transmisores de la onda marconigráfica, de uso particular y autorizados todos. Alguien tuvo la feliz idea de colocar en lo alto de la sala del Coliseo un micrófono potente. Y anoche, una onda sonora onduló vermicular, de las 21.00 a las 24.00 por el espacio, como cubriendo con su sutil celaje de armonías –las más caprichosas, ricas y grávidas de nobles emociones– la ciudad entera”.
Y siguió: “… a la maravilla científica sumóse la delicadeza conmovedora que entrañó el pensamiento de quienes lanzaron al espacio, sin finalidad interesada alguna, todo el tesoro estético que se encierra en la partitura de Wagner. Buenos sembradores, echaron puñados de emoción al espacio para que los recogiesen cuantos de ella pudiesen tener hambre y sed. Y a fe que los beneficiados habrán podido creer que esas notas divinas venían del cielo…”
Antecedentes
Cuando Argentina celebró el centenario de la Revolución de Mayo, llegó a nuestro país el italiano Guillermo Marconi, inventor del “telégrafo sin hilos”, quien desarrolló varias pruebas de transmisión con un barrilete que remontaba una antena. De esta manera logró comunicarse con Irlanda y Canadá, lo que despertó el interés de “los locos de la azotea”.
Los jóvenes siguieron con atención la información que podría llevarlos a lograr su sueño de una transmisión radial. Transcurrió la Primera Guerra Mundial, hecho que sólo retrasó los proyectos. En 1917, Enrique Susini viajó a Francia y regresó con equipos de 5 kw que habían sido usados por el ejército francés y que tres años más tarde fueron usados para aquella primera transmisión.
Los locos de la azotea
El camino de los cuatro jóvenes que pasaron por las aulas de la Facultad de Medicina de la UBA fue largo y prolífico. Enrique Susini, además de médico, fue profesor de canto y violín, y llegó a ser director del Teatro Colón. También dirigió una película con Lola Membrives como protagonista, La chismosa (1938) con la que obtuvo la primera distinción internacional para el cine argentino en el Festival de Venecia. Además, fue el primer director general de Canal 7.
Miguel Mujica también fue médico y llegó a ser ministro de Comunicaciones durante el gobierno de Frondizi. César Guerrico fue un médico de renombre y director de radio Splendid y Luis Romero Carranza se convirtió en radiólogo y fundó la primera fábrica de celuloide virgen para cine. Patentó el sistema de grabación de sonido y el micrófono de velocidad.