Exorcismos y posesiones demoníacas

Estudiar cómo la gente de los siglos XII al XVIII creían en la posesión demoníaca y en el exorcismo, le ha permitido al historiador de la UBA, Ismael del Olmo, comprender los cambios culturales de la sociedad europea. Del Olmo fue recientemente becado para estudiar la temática en Alemania.

Representaciones antiguas de exorcismos.

En el imaginario popular actual, la posesión demoníaca y el exorcismo están asociados al cine, y en especial a la película El exorcista, de 1973. Resulta interesante saber, que, según un experto que ha estudiado el fenómeno a lo largo de la historia, esa famosa película no está tan lejos de cómo solían ser las cosas en los siglos XII al XVIII.

Era totalmente racional para estas personas que un demonio pudiera entrar en un cuerpo y un cura o un ministro protestante pudieran echarlo con palabras, gestos y objetosPor eso, porque era racional para ellos, la posesión y el exorcismo son vías posibles para estudiar su cultura”, explicó el historiador Ismael del Olmo, investigador y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

El doctor en historia Ismael del Olmo, viene investigando el tema desde sus épocas de estudiante, y luego como investigador de la UBA/Conicet. Recientemente fue premiado con una beca del instituto Hanse-Wissenschaftskolleg, de Alemania, para dedicarse de lleno a investigar el tema, por lo que debió trasladarse al norte de ese país en julio y hasta diciembre de 2021.

Demonios invasivos

“La posesión demoníaca, en la tradición judeo-cristiana, es el ingreso de un espíritu diabólico en el cuerpo de una persona, tomando control de sus funciones corporales y sus facultades mentales. El exorcismo es la acción, con el tiempo codificada en un ritual, destinada a echar al espíritu fuera del cuerpo”, aclaró del Olmo.

“En parte, el tema es popular gracias a la película El exorcista, de William Friedkin, basada en una novela de Peter Blatty de 1971. Tanto el trabajo de documentación de Blatty como la asesoría que buscó Friedkin, entre sacerdotes católicos, hacen que lo retratado en el film corresponda con precisión a la posesión y el exorcismo que se veía de 1250 a 1750, la edad de oro de este fenómeno”, contó el historiador.

El Exorcista, famosa película de 1973.

“Los síntomas corporales que muestra el film son los mismos que vemos en las fuentes: fuerza sobrenatural, vómitos, levitación, animalización, blasfemia, profanación, sacrofobia, obscenidad, voces guturales. También aparecen otros síntomas ligados a lo cognitivo, como la xenoglosia, que es la capacidad de hablar en idiomas desconocidos para el poseso; o la capacidad de saber secretos, cosas ocultas o incluso el futuro”.

Resulta interesante el paralelismo de la película con la historia, según el historiador, ya que si uno ve las críticas y pedidos de censura que recibió la película tras su estreno, puede hacerse una imagen bastante fiel de la doble naturaleza del diablo en la tradición cristiana, que ayuda a entender mejor a los endemoniados y a los exorcistas.

“Algunos grupos evangélicos de Estados Unidos y Gran Bretaña, así como las comunicaciones oficiales de Obispados o revistas católicas, acusaban al film de fomentar la superstición, el satanismo, la adoración al diablo. Linda Blair, la nena que hizo de la posesa Regan, recibió decenas de amenazas de muerte por ser “adoradora de Satanás”, contó del Olmo.

“Ahora, si uno va a Túnez, por ejemplo, donde el Islam es la religión oficial y las expresiones en público en favor del cristianismo son ilegales, la película es prohibida por ser propaganda cristiana”, continuó el historiador. “Efectivamente, Regan es exorcizada, el diablo es derrotado”.

“Esto sugiere la doble función del demonio en la tradición cristiana, que vemos plasmada en los casos de posesión y exorcismo: por un lado, es el Enemigo; por otro, es una pieza central en la narrativa de la Salvación, que culmina con el triunfo del Bien sobre el Mal. Esto es así desde el inicio del cristianismo: Jesús mismo es un exorcista, como se cuenta en la Biblia”.

¿Cómo y qué se estudia?

“A nuestros ojos modernos, todo lo relativo a los endemoniados y al exorcismo resulta bizarro”, explica el experto. “Yo mismo entré al tema por mi gusto hacia lo extraño y lo fabuloso, con esta idea muy moderna, ¿cómo pueden creer eso?”.

“Pero cuando uno empieza a leer las fuentes, libros de la época, cartas, algunas obras de teatro, relatos, se da cuenta de que, entre la Edad Media y la temprana Modernidad, era una situación muy común, cotidiana. Era totalmente racional para estas personas que un demonio pudiera entrar en un cuerpo y un cura o un ministro protestante pudieran echarlo con palabras, gestos, objetos”. 

“Por eso, porque era racional para ellos, la posesión y el exorcismo son vías posibles para estudiar su cultura. Yo me dediqué específicamente a los debates intelectuales alrededor de este problema”, aclaró el historiador. “Uno aprende, por ejemplo, sobre las teorías metafísicas y físicas que explicaban de modo muy sofisticado cómo una entidad espiritual, el diablo, puede tomar contacto con una entidad material, el cuerpo”.

“Otro hilo de la investigación, el ritual del exorcismo, deriva de un milagro bíblico. Ahora bien, como en esos tiempos tenemos conflictos teológicos entre diferentes cristianismos, como católicos, protestantes, reformados, sectas, hay debates sobre cómo interpretar los pasajes referidos al exorcismo, en especial aquellos donde Cristo lega este poder a sus discípulos”.

“¿Quiénes son sus discípulos verdaderos? ¿Quiénes pueden arrogarse la legitimidad de exorcizar? Ahí la posesión y el exorcismo están en el centro de los debates sobre la verdadera fe y la verdadera Iglesia”, nos contó del Olmo.” Por último, ese arco temporal, del siglo XIII al XVIII, ve la progresiva consolidación de la naturalización de fenómenos percibidos como extraordinarios, raros, maravillosos, como ser milagros, nacimientos monstruosos, fantasmas, brujas, metamorfosis.  En este proceso surgen diferentes teorías que medicalizan la posesión diabólica, es decir, que la interpretan más como una enfermedad natural que como un ataque espiritual. Lo que permite entrar en un problema fascinante, para mí el norte de toda la investigación, que es la pregunta por la secularización”.

Es justamente lo que ha ido a estudiar Ismael del Olmo a Alemania. “Ahora estoy intentando completar la investigación que realicé en el doctorado que hice en la UBA, estudiando qué sucede con los posesos y exorcistas entre 1650 y 1750, un siglo ligado a lo que conocemos como “Ilustración””.

“En el doctorado, luego de rastrear las críticas médicas y filosóficas a la posesión, me daba cuenta de que había un límite muy preciso: la Biblia. Para 1650, y desde mucho antes, en realidad, uno podía afirmar que tal o cual poseso, o tal o cual exorcismo era una enfermedad, un acto de credulidad, o directamente una estafa. Varios miembros de las diferentes Iglesias cristianas denunciaban a posesos, o exorcistas, como farsantes y el mismo Vaticano animaba a que se realizara un análisis médico antes de exorcizar”.

“Pero era mucho más complejo negar el fenómeno en sí, ya que eso implicaba negar la Revelación, la Escritura, y la naturaleza divina de Cristo, que realizó un milagro cuando exorcizó”, aclaró el historiador. “La crítica, entonces, ya no puede ser sólo “científica”, sino que tiene que ser exegética, es decir, de interpretación bíblica. Me interesa ver cómo ciertos autores cuestionan la existencia de los endemoniados y de los exorcismos que aparecen en las Escrituras, qué relación hay entre sus teorías “científicas” y sus estrategias escépticas al leer la Biblia y cómo esto sostiene, desde la teología misma, el rechazo a la existencia de espíritus y milagros”.

“Sería una forma de estudiar el costado “religioso” del proceso de secularización, el paso de lo religioso a lo civil ocurrido durante la Ilustración, un proceso que todavía marca a nuestra cultura occidental actual”, concluyó del Olmo.

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