La escuela Agropecuaria, que inició sus actividades en marzo, hoy cuenta con presencialidad plena de todos sus estudiantes y cumple con un cronograma completo de materias prácticas y teóricas. “Al principio, la modalidad fue híbrida asistiendo a la escuela para realizar las prácticas de las materias técnicas en burbujas de 15 personas y siguiendo de manera remota para las materias de formación general. En la medida que se pudo se fueron aumentando los días de prácticas y, más tarde, se sumaron materias en aula asistiendo en días alternos”, explica Miralles.
En la actualidad, la Escuela cuenta con 370 estudiantes y un plan de estudios de 6 años que abarca los campos de estudios relacionados con la formación ética ciudadana y humanística; la científico tecnológica, la técnica y las prácticas profesionalizantes.
La historia de la Escuela de Educación Técnico Profesional de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria que depende de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA se inicia en el año 2008, con el inicio del primer Curso de Nivelación e Ingreso.
La apertura de una escuela bajo esta modalidad, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, representó la ampliación de la oferta educativa en la jurisdicción. Se propuso canalizar y responder al interés de los/as jóvenes por el estudio de lo agropecuario y agroindustrial.
El trabajo en los entornos formativos de los sectores Animal, Vegetal y Agroindustria tienen como finalidad el desarrollo de competencias para incorporar valor agregado a las producciones primarias, en condiciones de sustentabilidad y rentabilidad, priorizando el cuidado de los recursos y el medio ambiente.
La directora de la Escuela, Mariana Miralles, recuerda que en 2020, “comenzamos nuestro décimo tercer año con el propósito de seguir contribuyendo a la formación de jóvenes con una visión integradora del conocimiento que vinculen la teoría y la práctica, desarrollen el pensamiento crítico, la comunicación como herramienta de construcción social y el respeto a la diversidad”.
Sin embargo, apareció la pandemia que significó enfrentarse a grandes desafíos. “Si bien tensaron los modelos pedagógicos vigentes significaron también una oportunidad para repensarnos reformulando los canales de comunicación, la dinámica de las clases en línea o la elaboración de materiales didácticos. Se tendieron puentes con toda la comunidad educativa con el fin de acortar las distancias y rediseñar los modos de enseñar y aprender”, reflexiona Miralles.
El ansiado regreso
Luego de un largo tiempo, los/as estudiantes volvieron a clases. Miralles cuenta que “la tan ansiada vuelta a la presencialidad nos reencontró con un renovado entusiasmo preparando la escuela para que los/as chicos/as puedan desarrollar algunas de las prácticas que la virtualidad había impedido. Esta nueva etapa también supone retos que van más allá de lo físico y que requieren de un trabajo conjunto de toda la comunidad educativa”.
La semana del 22 de marzo se iniciaron las actividades en la Escuela, con una modalidad híbrida. Luego, el lunes 9 de agosto, luego del receso escolar, retomaron las actividades todos/as los/as estudiantes de 1° a 6° año. Mientras que 1°, 2° y 3° año continuaron con la modalidad de burbujas a lo largo de toda la semana los/as estudiantes de 4°, 5° y 6° asistieron a la escuela en forma completa desde el miércoles 11.
“A partir del martes 17 asisten todos/as los/as estudiantes de 1° a 6° año con todas las medidas de higiene y seguridad. Es destacable que la asistencia de personal docente y estudiantes fue casi total y se pasó por todos los cursos para recordar y remarcar la importancia del cuidado y del respeto a las pautas establecidas tanto para las clases como para el almuerzo para el cual contamos con espacios abiertos” destaca Miralles.
El foco pedagógico
Miralles asegura que “Como escuela técnica agropecuaria-agroalimentaria, es primordial en el proceso de enseñanza aprendizaje el ‘aprender haciendo’ para afrontar adecuadamente los nuevos desafíos que presenta un mundo más dinámico y en constante expansión”.
“Consideramos que enseñar a pensar y cuestionar es más importante que indicar qué pensar. Sigue siendo un gran desafío generar en nuestros/as estudiantes el deseo de aprender a través de una educación de calidad, que los/as prepare para el mundo del trabajo, la continuidad de estudios superiores y la formación cívica crítica”, completa Miralles.