En camino hacia un transporte verde

Durante el mes de octubre, en Beijing, China, se celebró la Segunda Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Transporte Sostenible, que se centró en las posibilidades, los desafíos y las soluciones para lograrlo  y alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para su desarrollo. 

En dicha oportunidad, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, subrayó que en los próximos nueve años debe producirse un cambio global hacia las energías renovables y situó en un rol fundamental al transporte sostenible.

Sobre el tema,  dialogamos con los ingenieros Juan Campana y Cristian J. Moleres, director y prosecretario del Departamento de Transporte de la Facultad de Ingeniería, respectivamente.

¿Qué soluciones puede aportar el transporte en cuanto al cambio climático y al desarrollo sustentable? 

El sector puede aportar, desde diversas ópticas, alternativas viables al problema del cambio climático. Por un lado, a través de la incorporación de nuevas tecnologías, se puede reducir la emisión de contaminantes en general, y de la huella de carbono en particular, que generan las actividades asociadas a la movilidad de las personas y al transporte de cargas. Esto disminuirá el impacto de nuestras comunidades, a la vez que se pueden generar nuevas oportunidades de desarrollo productivo. 

Por otro lado, nuestras infraestructuras de transporte y las ciudades en las que vivimos requerirán adaptaciones para volverlas más resilientes a los efectos del cambio climático, lo que exigirá esfuerzos considerables en inversiones de capital y conocimiento asociado a la ingeniería del transporte, la construcción y la hidráulica. 

Finalmente, y no menos importante, hay que estudiar la forma en que reducimos la huella de carbono asociada a esta infraestructura, tanto en su construcción, su operación y su fin de ciclo de vida. 

¿Qué implica la descarbonización del transporte?

Presupone un cambio en la matriz energética de nuestros modos de transportes. Quizás el tema que se encuentra más presente en la opinión pública es el automóvil eléctrico, pero la transición energética incluye también el transporte público (trenes, buses, etc.), los sistemas de micromovilidad eléctricos y el transporte de carga. 

Cabe aclarar que, aunque la producción de la electricidad de red no sea totalmente renovable, al incorporar motores eléctricos la eficiencia general del sistema aumenta y la emisión de gases disminuye. 

¿Es posible? 

Este cambio será un proceso de mediano plazo, pero es hacia donde se están dirigiendo las políticas públicas de muchísimos países del mundo, incluyendo latinoamericanos. El anuncio del proyecto de Ley de Movilidad Sustentable que presentó el Gobierno Nacional en los últimos días parece ir en ese sentido.

¿Qué necesidades tiene el transporte en cuanto a cuestiones relativas a la seguridad y el acceso? 

La seguridad en el transporte es un concepto que abarca múltiples dimensiones. Por un lado, en general se habla de la seguridad vial asociada a evitar siniestros en la vía pública, y se incluyen múltiples acciones de educación y de sanción a los conductores, pero también es muy relevante el papel que juega la infraestructura en la creación de vías de circulación que generen las condiciones propicias para evitar estos siniestros. Por otro lado, los sistemas de transporte, especialmente los guiados, poseen sistemas específicos para garantizar la seguridad operacional de los servicios.


En cuanto al acceso, cuando se analiza el transporte público se estudia su cobertura geográfica y temporal, los tiempos de viaje a los sitios y servicios de interés (trabajo, salud, educación, esparcimiento, entre otros), y las barreras que puedan existir a su uso, tanto físicas como económicas de los potenciales usuarios.

¿Qué aporte pueden realizar las nuevas tecnologías? 


Además de la transición energética mencionada anteriormente, la tecnología brinda muchas herramientas para planificar, operar y fiscalizar sistemas de transporte y la movilidad en general de las ciudades. Desde el uso nuevas tecnologías de recolección y procesamiento de grandes bases de datos para la toma de decisiones basadas en evidencia, hasta la operación automática del transporte público, que mejora la calidad y la seguridad de los servicios ofrecidos a los usuarios. 

Es importante remarcar que ahora disponemos de información como nunca antes, al poder contar con sistemas de sensores en nuestras calles y, además, con muchísima información que generamos a partir de los celulares, aplicaciones especializadas, medios de pago electrónicos, etc.

¿Cuál es la situación en la Argentina?

Las ciudades, especialmente las más grandes, están incorporando rápidamente avances como los mencionados. Desde la expansión de la tarjeta SUBE en el transporte público, que tiene múltiples aplicaciones en la planificación y gestión del transporte además de su uso como medio de pago, hasta la implementación de sofisticados centros de gestión de la movilidad que combinan cámaras de video, sensores especiales de tránsito, información de Apps de dispositivos móviles y reportes de los usuarios. 


Todo esto permite tomar decisiones en tiempo real, realizar intervenciones a distancia (por ejemplo, con semáforos inteligentes) y brindar información muy útil a las personas para que planifiquen sus viajes y circulen por las ciudades en forma más segura y eficiente. 

¿Qué perspectivas a futuro existen?

Es de esperar que esta tendencia se mantenga, mejorando las herramientas con las que ya contamos y expandiéndose a más centros urbanos a medida que la tecnología se vuelve más accesible. 

Además, como se dijo antes, la transición energética de los modos de transporte va a ser de gran relevancia en el futuro cercano, además de empezar a evaluar cómo impacta la infraestructura que construimos en el cambio climático.

¿Qué aportes realiza o podría realizar la Facultad en esta temática?

La Facultad de Ingeniería tiene muchas líneas de trabajo asociados con esta temática. Para nombrar algunas, el Grupo de Estudios de Transporte (GET-UBA) está trabajando con Sistemas Inteligentes de Transporte y se espera avanzar en el corto plazo con análisis de datos relacionados con la movilidad urbana. 

Además, asociado con el impacto de la infraestructura, hay líneas de investigación en el Laboratorio de Investigaciones Viales del Departamento de Transporte sobre el uso de mezclas asfálticas recicladas, asfalto con caucho molido de neumáticos fuera de uso, y asfaltos tibios para bajar emisiones.

También se analiza la posibilidad de incorporar productos a reciclar, como plásticos, durante la construcción de pavimentos, ayudando a darle una segunda vida a los residuos que generamos. Adicionalmente, hay un grupo de trabajo llamado Vector de Movilidad Eléctrica que viene investigando y desarrollando sobre la producción industrial, los materiales, la visión energética, la sostenibilidad económica y financiera, y su aplicación a distintos modos de transporte.

Finalmente, y no menos importante, los aportes que se pueden dar a mejorar la planificación y el desarrollo urbano tienen un impacto crucial en la sustentabilidad de las ciudades, ya que la movilidad y el transporte son consecuencias directas de cómo pensamos, construimos y habitamos nuestras urbes.

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