Geólogo de la UBA recibe premio a la trayectoria

Augusto Rapalini, a la izquierda, en campaña con su equipo en Patagonia.

Las innumerables investigaciones científicas que ha llevado adelante y en las que ha participado Augusto Rapalini, han permitido conocer, por ejemplo, que la Patagonia fue de las últimas placas en unirse a lo que hoy es Sudamérica, hace unos 400 millones de años; o que hace 2 mil millones de años, lo que hoy es Buenos Aires, estaba en el Polo Sur.

Rapalini es profesor titular de geofísica en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. El Premio Franco Pastore 2022 le fue otorgado por su labor en investigación científica que llevó adelante, principalmente, en el Laboratorio de Paleomagnetismo Daniel Valencio, desde que se recibió, en 1983, con apenas 24 años.

Este premio se otorga cada 3 años durante el congreso que organiza la Asociación Geológica Argentina, y busca distinguir al geólogo que se haya destacado en la investigación científica en los últimos 20 años, y que haya contribuido al avance del conocimiento científico de la geología de nuestro país.

Desde mis primeros pasos en la investigación científica, aprendí que hay dos factores esenciales en nuestra actividad: la cooperación y la curiosidad, nada lo hice solo. Siempre busqué y obtuve la colaboración de decenas y decenas de colegas”, cuenta Augusto Rapalini.

Creo que la ciencia es una construcción colectiva”, continuó el geólogo. “Se suele contar su historia a través de grandes personajes, normalmente europeos, blancos y varones. Pero esa es una visión simplificada, que puede deformar el verdadero funcionamiento de la ciencia. Es colaborativa, no hay otra manera. Es muy difícil abrir camino y avanzar solo”.

Augusto Rapalini obteniendo muestras geológicas en campaña.

Mirar a las estrellas para conocer nuestro planeta

“Yo siempre digo, en chiste, que fui un alumno de la dictadura, pero me validó la democracia, porque entré a estudiar en 1977 y me dieron el título el 16 de diciembre del 1983”, cuenta Rapalini. “Siempre me interesaron el espacio y las rocas. A la vez, me habían prestado un libro para comprender las piedras, que si lo leo hoy me muero del aburrimiento, pero en su momento me permitió descubrir todo un mundo nuevo”.

“Fue con ese libro que me decidí a lanzarme a la aventura de ser geólogo, pensando en que tal vez, tuviese una salida laboral en la industria del petróleo o de la minería”, agregó el científico.

Apenas recibido fue invitado por el famoso Daniel Valencio a investigar en el laboratorio de paleomagnetismo que él mismo había fundado en 1964, así como a concursar para una ayudantía. Así comenzó no sólo su carrera de investigador, sino también de docente.

La Patagonia siempre estuvo cerca

Para poder conocer cómo fue cambiando la posición de los continentes y de las diferentes placas que los integran hoy en día, lo que los geólogos estudian es lo que se conoce como brújulas fósiles. Rapalini comenzó su carrera de investigación con el enigma del origen de la Patagonia, bajo la dirección del famoso geofísico, Juan Vilas.

“No es tan sencillo saber cómo es que se movieron las capas de la tierra. Estudiamos lo que se suele llamar brújulas fósiles, o paleomagnetismo, que es una rama de la geofísica”, explica Rapalini. “Lo que se conoce como memoria magnética de las rocas”.

“En el momento en que se forman las rocas, hay minerales que conservan la dirección del campo magnético de la Tierra. Trabajando con eso podemos saber si se movió, si rotó, si lo hizo para la derecha, la izquierda. Si contamos con rocas de distintas edades, podemos saber cuándo es que rotó y así podemos reconstruir una cronología de la geografía de hace cientos y miles de millones de años”.

Muestras testigo de rocas para estudiar su paleomagnetismo.

El estudio del magnetismo de las rocas le permitió probar que la Patagonia ya formaba parte de Sudamérica hace unos 400 millones de años, y mantuvo más o menos su posición actual respecto al continente, al menos desde esa época.

“En aquel momento Sudamérica era parte de un super continente conocido como Gondwana, que incluía a la India, África, Australia y la Antártida, pero descubrimos que la Patagonia ya formaba parte de eso”, aclara el geólogo.

“Después de muchos años y diversas investigaciones, aun no hay consenso si la Patagonia se originó lejos de su posición actual y chocó contra América del Sur. Nosotros aportamos ciertas restricciones a los distintos modelos. Hace 450 millones de años o era parte de América del Sur, o estaba bastante cerca”.

Otro de los grandes descubrimientos fue que, estudiando rocas de la actual precordillera, encontraron que hace unos 510 millones de años no formaba parte de Sudamérica, sino de lo que hoy es Norteamérica, más exactamente cerca de lo que hoy es Texas, Estados Unidos.

Y otra línea más actual que está trabajando junto con su equipo es más llamativa: Buenos Aires estuvo en el Polo Sur hace dos mil millones de años. Pudieron descubrirlo al estudiar el paleomagnetismo de las rocas más antiguas de nuestro país, las del llamado cratón del Río de la Plata.

En medio de esas, existieron infinidad de investigaciones en las que ha participado dirigiendo o colaborando. Como parte de su carrera docente, Augusto Rapalini ha ayudado a decenas de jóvenes investigadoras e investigadores a completar sus tesis de licenciatura y doctorado.

“¿Por qué seguimos investigando?”, se pregunta Rapalini. “Yo creo que es por la curiosidad. Esa que nos hace vivir esos breves momentos de enorme felicidad cuando, después de mucho tiempo y esfuerzo, vislumbramos una respuesta y obtenemos alguna información antes desconocida”.

“Por eso le digo a las y los investigadores jóvenes o a quienes inician su carrera de estudiantes, que mantengan la curiosidad, que se hagan preguntas. Hay muchas por responder, muchas que ni nos hicimos, e incluso algunas que creemos haber respondido bien, pero tal vez no lo estén”.

Augusto Rapalini obteniendo muestras con su equipo, en Neuquén.

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