El actual instituto Roffo fue creado por la Academia Nacional de Medicina gracias a la influencia de un trabajo muy bien documentado de un joven médico argentino con formación anatomopatológica y clínica, llamado Ángel Honorio Roffo.
El 19 de abril de 1922 se inauguró un primer pabellón con salas de internación para hombres y mujeres, un quirófano con dependencias para esterilización, laboratorio, sala de rayos X, consultorios y oficinas administrativas.
Actualmente es un establecimiento que depende de la Universidad de Buenos Aires, de alta complejidad para el tratamiento del cáncer. Cuenta con 4 hectáreas y 13 pabellones.
El Roffo está recuperando de a poco el ritmo anterior a la pandemia, cuando se atendían más de 60000 consultas anuales, y se realizaban entre 180 y 200 cirugías por mes, sumados a los 400 tratamientos mensuales de quimioterapia.
Posee 1 tomógrafo computado moderno, 1 acelerador lineal de 15 MEV, 1 Bomba de cobalto para 120 pacientes diarios y 6 quirófanos. Por sus cátedras pasan y se forman más de 300 alumnos por año en su residencia hospitalaria. Es el principal centro médico oncológico público del país y referente en Latinoamérica.
Funciona en el Roffo el Centro Argentino de Radioterapia – Protonterapia (CEARP), el primero del país y de América Latina y está dedicado a la investigación y el tratamiento radiante de tumores de difícil acceso y/o pediátricos.
Además del tratamiento de pacientes, en el Instituto se realizan actividades de investigación clínica y básica, y cuenta con un bioterio de nivel internacional.
Durante la pandemia del coronavirus asumió el desafío de seguir funcionando, aplicando protocolos especiales para la ocasión, atendiendo a los pacientes portadores de enfermedades oncológicas, quienes constituyen una población particularmente vulnerable, debido en parte a la inmunosupresión que produce el cáncer, así como por el impacto de los tratamientos oncoespecíficos.
Mucho más que un nombre
El Dr. Ángel Honorio Roffo, dejó mucho más que su nombre como legado para el instituto y más allá de las fronteras. Fue uno de los más destacados científicos argentinos, nació en Buenos Aires en 1882, cursó sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, graduándose en 1909 con la tesis “El cáncer, contribución a su estudio”, que recibiría el Premio Medalla de Oro de la Facultad.
Al poco tiempo se convirtió en jefe de trabajos prácticos de la cátedra de Urología, entre 1912 y 1915 fue profesor adscripto de la cátedra Anatomía Patológica, y desde 1915 a 1931 ejerció como profesor adjunto en la misma universidad.
En 1912, Daniel Juan Cranwell presentó ante la Academia Nacional de Medicina de la Argentina el trabajo de Roffo titulado “Cáncer experimental”, en el que se resumían experiencias realizadas en animales de laboratorio.
La divulgación de este trabajo influyó, diez años después, para la creación de un instituto experimental para el estudio y tratamiento del cáncer, en 1922, bajo el nombre de Instituto de Medicina Experimental para el tratamiento del Cáncer, hoy Instituto de Oncología Ángel Roffo, que se convirtió en el principal centro latinoamericano para la lucha contra las enfermedades oncológicas y dirigido por el propio doctor Roffo, quien se había convertido en el mayor especialista en el estudio y tratamiento de enfermedades oncológicas de Latinoamérica.
Junto con Mariano Castex, Carlos Bonorino Udaondo, Alfredo Landivar y Pablo Barlaro fue secretario de redacción de la Prensa Médica Argentina desde su número inicial, publicado el 10 de junio de 1914.
A finales de la década de 1920, el destacado profesional, ya estaba seguro de que existía un vínculo entre el cigarrillo y el cáncer. El catedrático Robert Proctor, de la Universidad de Stanford, afirmó que sin duda Roffo representó “la mayor amenaza científica a la industria del tabaco antes de la década de 1950”.
Ángel Roffo, fue autor de más de 500 obras sobre su especialidad, carcinogénesis del tabaco, en la década de 1930, y la mayor parte de ellas fueron publicadas en el Boletín del Instituto de Medicina Experimental de Buenos Aires.
Con una amplia trayectoria docente, trabajó en la Facultad de Medicina de la UBA y en distintas universidades del país y del exterior. Formó parte de numerosas academias científicas de todo el mundo, como la de Medicina de Lima, la de Venezuela, la de Río de Janeiro, Madrid, Barcelona, Génova (Italia), Turín (Italia) y Méxic; y a lo largo de su carrera fue distinguido con varios premios, como la medalla de oro del Congreso Internacional de Higiene, el Premio Nacional de Ciencias en dos oportunidades (1914 y 1939), el Premio Centenario de la Independencia de la Academia de Medicina en 1916; la medalla de oro de la Exposición Iberoamericana de Sevilla; Premio Centenario de la Independencia del Brasil y el Premio Bauti de la Universidad de Florencia.
Además, fue distinguido con la Orden de Caballero de la Legión de Honor francesa (1939); la Cruz de Honor de Alemania; la Gran Cruz del Orden de Cristo de Portugal; como Gran Oficial de la Orden de los Andes de Bolivia; la Orden del Sol de Perú; Comendador de la Orden del Libertador de Venezuela y como Comendador de la Corona en Italia. En Argentina, junto a su esposa Helena Larroque, crearon la Liga Argentina de Lucha Contra El Cáncer (LALCEC).
Fue miembro honorario de las academias médicas europeas y americanas.
El Dr. Ángel Honorio Roffo falleció el 23 de julio de 1947 en Buenos Aires tras dejar un legado importantísimo para la ciencia y la medicina argentina.
Su legado más importante, el Instituto de Oncología que lleva su nombre, hoy cumple 100 años y continúa siendo una de las instituciones emblema y orgullo de la UBA.