En la Facultad de Agronomía de la UBA funciona una residencia universitaria destinada a aquellos estudiantes que viven alejados de la Ciudad de Buenos Aires y no pueden solventar económicamente una vivienda en la Capital.
La residencia universitaria de Agronomía está emplazada en el mismo predio de la Facultad. Comenzó a funcionar en marzo de 2018, tras un proyecto presentado por el entonces decano, Rodolfo Golluscio y la actual decana, Marcela Gally.
Actualmente residen entre 5 y 10 estudiantes, entre los permanentes y quienes vienen a la ciudad por un seminario, una clase especial o algún intercambio académico.
Tasia es una de ellas, nació en Bariloche, y desde los 14 años que tenía la idea de estudiar Agronomía, pero no hubiese sido posible, de no existir esta posibilidad.
“La UBA era la facultad que más me llamaba la atención y de las que las personas del rubro me contaban que era muy buena”, cuenta. “Es por eso que empecé a ver cómo podía hacer para estudiar tan lejos de casa, ya que son 1600km. Una conocida me comentó que existía esta residencia para universitarios e inmediatamente me puse a buscar información. En el último año del secundario me postulé para la beca de la plaza anual de la residencia y me aceptaron”.
El edificio consta de tres módulos con un salón de usos múltiples; seis habitaciones, baños, cocina comedor y un amplio patio con parrilla y lavadero. Las habitaciones están preparadas para que puedan dormir dos personas en cada una.
Los espacios comunes son amplios y con comodidades suficientes para que los residentes puedan estudiar y realizar actividades académicas necesarias para un buen desempeño en sus estudios.
Para evitar inconvenientes y roces en la convivencia, nada mejor que establecer reglas y cierto orden. Para eso está Gonzalo, quien ya terminó sus estudios de licenciado en Ciencias Ambientales y está cursando su doctorado. Gonzalo es de San Nicolás y vive en la residencia desde los inicios, en 2018.
“Mi rol en el lugar es acompañar a los chicos que vienen del interior a estudiar y tienen la posibilidad de vivir acá mismo, en la residencia de la Facultad y acompañar el tránsito que tienen acá en Buenos Aires. Son dos complejidades: venir a una ciudad más grande y acompañarlos en su paso por la vida universitaria. No es fácil”.
Las distancias no siempre se miden en kilómetros. Facundo, de 25 años, es de Rafael Castillo, partido de La Matanza. Comenzó a estudiar agronomía en 2018 y para poder acceder a la facultad realizaba varias horas de viaje por día.
“Esto suma una dificultad extra para afrontar los estudios universitarios como por ejemplo planificar el ciclo lectivo y los horarios del mismo, ya que en el conurbano la frecuencia del transporte es un tema aparte”, explica. “Este año pude acceder a la residencia de la Facultad de Agronomía. Me siento dichoso de poder contar que estoy promediando el último tramo de mi carrera y realizando una práctica pre profesional”.
Estudio y acompañamiento
Por edad y experiencia, Gonzalo no solamente acompaña a los estudiantes en cuanto a la organización y convivencia: horarios, limpieza, ruidos, sino que las y los contiene en varios aspectos durante su paso por la facultad.
“La idea es que su tránsito sea lo más agradable posible, comentarles cómo son las dinámicas de la facultad, de las materias, más allá de que ellos aparte puedan tener tutores académicos. Es contar la propia experiencia para que ellos y ellas puedan conocer de primera mano de otra persona, cómo es esa experiencia, ese tránsito, con las dificultades que uno pueda llegar a tener y con todas las vicisitudes que puedan surgir”.
Tasia asiente con Gonzalo y aporta: “La verdad es que acá conocí personas increíbles y de las que siempre aprendo algo, tanto referido a temas académicos como de la vida. El ambiente es muy lindo y me siento muy cómoda ya que el grupo de personas que compartimos esta casa es muy amable y respetuoso, haciendo que todo sea más fácil y trenzando lazos muy lindos, haciéndonos sentir un poco más en casa. Muchas veces llegamos cansados de la facultad y siempre hay una sonrisa de algún compañero que nos levanta el ánimo”.
La residencia está pensada para quienes deseen cursar estudios de grado y pregrado de las carreras de la Fauba; deben poseer título secundario, buen promedio académico y que acrediten vulnerabilidad económica.
Los estudiantes o docentes de otras universidades o instituciones de educación nacionales o extranjeras pueden ocupar temporalmente las plazas que no están ocupadas.
“Algunos estudiantes o docentes viajan para hacer algún curso, un intercambio, alguna práctica académica y pueden quedarse acá por esos días, siempre y cuando haya lugar”, explica Gonzalo.
Rojas, Dolores, Florencio Varela son algunos otros de los puntos de la provincia de Buenos Aires de donde provienen estudiantes que hoy viven en la residencia. Además, Neuquén y Tucumán, provincias en extremos Norte y Sur de nuestro país. Las edades oscilan entre los 20 y los 26 años.
Cada estudiante siente agradecimiento y lo expresa sin dudar: “La residencia es una oportunidad enorme para nosotros porque nos permite estudiar en esta excelente casa de estudios con renombre internacional y adquirir conocimientos y un título profesional que son la base de nuestro futuro que se está construyendo”, aporta Tasia.
Facundo, por su parte concluyó: “Estoy agradecido con la institución por generar igualdad de oportunidades e invito a otros jóvenes a perseguir sus metas porque en el momento menos esperado las puertas y caminos se abren”.