El siglo XIX trajo muchos cambios en América. Por esos tiempos ya había surgido una identidad americana entre quienes llevaban ya generaciones en el continente y todavía seguían sin tener acceso a los puestos de gobierno.
A la vez, Europa estaba pasando por una época tumultuosa con las guerras que Napoleón Bonaparte estaba librando en varios frentes. Uno de estos era España, que desde 1808 estaba siendo ocupada por los franceses, y sólo resistía la Junta de Sevilla. Esta gobernaba en nombre del rey, capturado por Napoleón, a toda la América hispana, pero eventualmente cayó.
Las noticias de su caída llegaron a Buenos Aires el 14 de mayo. El virrey que gobernaba sobre el Río de la Plata había sido nombrado por esa junta. Así es que, la pérdida de legitimidad de su gobierno les dio la excusa a los criollos, a los americanos, para querer tomar el control de su destino, para que el poder volviese a manos de lo que ellos llamaban los pueblos, las ciudades.
Conversamos con la historiadora Noemí Goldman, para comprender ese cambio que se inició en Buenos Aires, y corrió por toda la América Hispana como un reguero de pólvora. Goldman es docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Profesora Titular de Historia Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras y directora del Instituto Ravignani, UBA-CONICET.
¿Cuál es la importancia del 25 de mayo como fecha? ¿Por qué ocurrió?
La crisis del orden colonial en el Río de la Plata se produjo al arribar a Buenos Aires las noticias de una posible pérdida total de España en manos de las tropas francesas. Previamente, en 1808, se había producido un hecho inédito en Europa: las abdicaciones de los reyes españoles en Bayona. La monarquía española había quedado acéfala.
En el Río de la Plata, a mediados de mayo de 1810, se difundieron las nuevas oficiales que anunciaban el traspaso de la autoridad de la Junta Suprema Central a un Consejo de Regencia y el asedio francés a Cádiz. Esto dio lugar a cambios fundamentales ante el temor de la pérdida total de España en manos de los franceses. También surgía la oportunidad de constituir una Junta propia como las que habían surgido en España. La conformación de la Primera Junta fue el inicio de un gobierno propio y la creación de un nuevo centro de poder político criollo en el Virreinato.
¿Qué significó para aquellos pobladores, y qué significa para nosotros hoy?
Para aquellos pobladores significó el comienzo del gobierno propio, el acceso a todos los cargos públicos por parte de los criollos y una esperanza de apertura económica, de ejercicio autónomo del poder y nuevos derechos.
Para nosotros, como comunidad es un momento fundacional. Aunque no corresponde poner el resultado al principio: 1810 es el inicio del camino hacia la emancipación en un contexto de gran incertidumbre y con alternativas abiertas con relación al sujeto de imputación territorial de la soberanía y a la forma de gobierno a adoptar.
¿Por qué la gente quería cambiar la forma de Gobierno? ¿Qué necesidad tenían de hacerlo?
Es necesario tener en cuenta que la emancipación de las ex colonias americanas fue el resultado conjugado de tres factores: 1. El derrumbe de los imperios ibéricos, 2. La creciente presión comercial de Inglaterra a lo largo del siglo XVIII; 3. Los resentimientos existentes en todas las capas sociales.
Es decir, en un espacio donde aún no existían las naciones americanas, los habitantes de Hispanoamérica se vieron enfrentados, ante todo, con un problema de legitimidad: ¿cómo, cuándo y con qué extensión territorial fundar una nueva autoridad legítima que supliera la del rey en cautiverio?
Ante la incertidumbre del rumbo político de la metrópoli que esta situación planteaba, se extendió la idea de que los integrantes de una sociedad, individuos o pueblos, debían libremente expresar su “consentimiento” para fundar una nueva autoridad política.
¿Qué identidad tenían aquellos que decidieron llevar adelante semejante cambio?
La común respuesta al problema excepcional de la acefalía se dio a ambos lados del Atlántico por medio de la formación de juntas. Esta respuesta encontró en los pueblos y sus ayuntamientos a los sujetos políticos naturales capacitados por las antiguas tradiciones hispánicas para asumir el protagonismo en tiempos de crisis, y un lenguaje común en el derecho natural y de gentes.
Los “pueblos” (las ciudades) fueron los principales protagonistas de esta historia y los sentimientos predominantes fueron el americano y el local vinculado con la ciudad durante la revolución y las guerras de independencia. Es por ello que, entre 1810 y 1820, los nuevos poderes surgidos de la revolución se vieron enfrentados al doble desafío de la guerra y de los conflictos derivados de la aspiración de los pueblos al ejercicio de sus soberanías.
Los criollos se consideraban españoles americanos y formaban parte del Imperio español. Pero cabe observar que en el curso del siglo XVIII se fue afirmando y politizando la identidad “americana”. Desde mediados de ese siglo se intensifican los reclamos de los criollos quienes invocando el “derecho de prelación”, solicitan al rey que las principales magistraturas en América sean ocupadas solamente por americanos nativos.