En terrenos de Ciudad Universitaria, entre el Parque de la Memoria y la Reserva Natural Costanera Norte, se inauguró la Plaza de la Memoria AMIA, un espacio para conmemorar a las víctimas del atentado a la sede de la entidad en 1994.
Del emotivo acto participaron, en representación de la Universidad de Buenos Aires, el secretario General, Juan Alfonsín; el secretario de Hacienda y Administración, Matías Ruiz; el decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Carlos Venancio; el decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Guillermo Durán; y el director del Ciclo Básico Común, Felipe Vega Terra.
Por el Gobierno de la Ciudad, estuvieron el jefe de Gabinete, Felipe Miguel; el secretario de Desarrollo Urbano Álvaro García Resta; la secretaria de Transporte y Obras, Manuela López Menéndez; y la subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Pamela Malewicz.
Jennifer Dubin, hija de Norberto, leyó los nombres de las 85 víctimas del atentado, entre las cuales se encuentra su padre ante un silencio estremecedor y el llanto de los restantes familiares presentes.
Amos Linetzky, presidente de la AMIA, agradeció a la Universidad de Buenos Aires “por ser parte de esta iniciativa basada en definitiva en ideas y valores y principios que compartimos” y resaltó que el espacio “será utilizado, en su gran mayoría, por jóvenes estudiantes los estudiantes que aquí van a poder encontrar un lugar para pensar, estudiar, conversar, debatir y compartir momentos que suelen ser inolvidables. Levantar este lugar de los escombros es una metáfora perfecta que demuestra que aquél intento de destrucción no logró vencernos”.
Marina Degtiar, hermana de Cristian, sostuvo que aún hoy, a 29 años del atentado, los familiares “continúan reconstruyendo sus mundos asumiendo el doloroso trabajo de tomar, en las propias manos, los pedazos de vida resquebrajada, llorar sobre ellos y aceptar la pena”. En su mensaje, destacó la decisión de los familiares de “recordar bien a las víctimas de manera de constituir una memoria compartida y, desde esta plaza, gritar al mundo los nombres de las víctimas creando un lugar de encuentro”.
“Desde el primer momento, entendimos que la plaza tenía un destinatario principal, que son los jóvenes estudiantes de la UBA”, explicó el director de Arte y Producción de AMIA, Elio Kapszuk. “Tenía que tener la misión de contar, como testimonio, lo que sucedió el 18 de julio de 1994, de honrar y nombrar a las víctimas una vez más, no desde una perspectiva de monumento sino desde una concepción de lugar de memoria”, concluyó.
Sobre la Plaza de la Memoria AMIA
Se trata de un nuevo espacio público de 3.285 m² que fue desarrollado en Costanera Norte, a partir de un relleno costero sobre el que se depositaron los escombros del edificio destruido por el ataque terrorista.
El memorial ofrece un lugar para la contemplación y propone actividades de recordación, encuentro y educación en sus ámbitos diversos. Al recorrerlos, los visitantes consolidarán una memoria personal de lo que se conmemora.
• El proyecto contempla una estructura implantada de manera tal que no altere la estructura de los escombros ni del espacio verde que los envuelve.
• En el sector de bienvenida se ubica una placa con los nombres de las víctimas y cerca de ella, un visor de vidrio que permite observar parte de los escombros de la sede de la AMIA.
• En todo el memorial se distribuyen, de forma regular, 85 estacas verticales de acero inoxidable de 3 metros de altura que representan a cada persona que perdió la vida en el atentado.
• El núcleo que convoca al encuentro consta de una estructura de hormigón de forma circular y una pasarela que desde su extremo sobre el río permite tener una perspectiva amplia del memorial. Este sector fue pensado para fomentar la conversación, el ejercicio de la memoria colectiva y actividades educativas.