En el mundo hay, aproximadamente, 20.000 especies de abejas, de las cuales alrededor de 1.100 están presentes en Argentina. Juan Pablo Torretta, profesor de la Facultad de Agronomía, afirma que las abejas “se encuentran críticamente afectadas por el cambio en el uso de la tierra, la introducción de especies exóticas y el abuso de agroquímicos”
El 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas que tiene por objetivo sensibilizar, a toda la población, acerca del papel esencial que las abejas y otros polinizadores desempeñan en el mantenimiento de nuestra salud y la del planeta.
Mientras los Estados Nacionales continúan enfrentándose a los efectos de la pandemia del Covid-19, el lema de este año será “Compromiso con las abejas: reconstruir mejor en beneficio de las abejas”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “algunos polinizadores como las abejas, las aves y los murciélagos inciden en el 35{76d466c4762fa6495b4188e764e1719fa456398bd82637e25013be52daa903ca} de la producción agrícola mundial, elevando la producción de 87 de los principales cultivos alimentarios del mundo, y de muchos medicamentos derivados de las plantas. El 75{76d466c4762fa6495b4188e764e1719fa456398bd82637e25013be52daa903ca} de los cultivos de todo el mundo que producen frutas o semillas para uso humano como alimento dependen, al menos en parte, de los polinizadores”.
Pero ¿De qué hablamos cuando decimos abejas? Juan Pablo Torretta, profesor adjunto de la Cátedra de Botánica General de la Facultad de Agronomía, dice que “cuando hablamos de abejas, instantáneamente, pensamos en la abeja doméstica y todos sus productos: la miel, el propóleo, la jalea real, entre otros. Incluso, nos remite al pensamiento romántico de una colmena con una sociedad bien establecida y un trabajo coordinado entre todos sus habitantes”
Pero, sin embargo, las abejas son mucho más que la abeja de miel. Torretta específica que “en el mundo hay, aproximadamente, 20.000 especies de abejas, de las cuales alrededor de 1.100 están presentes en Argentina”.
¿Qué son estos insectos polinizadores?
Torretta explica que “las abejas son un grupo de insectos himenópteros con un ciclo de vida muy particular que se caracteriza por la alimentación de sus larvas con granos de polen (a veces mezclado néctar, aceites flores, etc.), por lo cual, las abejas son un grupo de avispas vegetarianas. Esta particularidad hace que las hembras nidificantes (o sus obreras) vayan reiteradas veces a las flores por el polen, así como por néctar y otros recursos, y sean consideradas el grupo de animales polinizadores más eficientes”.
“Para poder colectar, transportar hacia el nido y manipular dentro del mismo al polen, las abejas hembras han sufrido notables modificaciones morfológicas en distintas partes de su cuerpo”, afirma Torretta.
También, en cuanto a su morfología y coloración las abejas son muy variables. Torretta cuenta que “las especies más chicas de abejas miden 3-4mm mientras que las mayores alcanzan 35-40 mm”. Y, respecto de sus colores, Torretta agrega que “las hay verdes, azules, negras, rojas, con manchas amarillas o mechones de pelos llamativos, incluso algunas exhiben reflejos metalizados, o bien como la conocida abeja de miel”.
En cuanto al polen que utilizan para alimentar a las larvas, las abejas también exhiben variabilidad. Torretta aclara que “existen especies generalistas, es decir, que utilizan granos de polen de distintas especies vegetales. Las especies sociales, que tienen gran cantidad de cría en sus colmenas, son ejemplos de especies generalistas. Hay también especies oligolécticas, es decir que utilizan granos de polen de algunas pocas especies (muchas veces emparentadas filogenéticamente) y en el otro extremo hay especies monolécticas, que restringen su dieta polínica al uso de solo una única especie de planta.
Solitarias, sociables y parásitas
La estructura social de las distintas especies de abejas es variable. Torretta aclara que “la mayoría de las especies de abejas son solitarias. Esto implica que una sola hembra construye y aprovisiona su nido que consta de celdillas construidas con diversos materiales (cera, hojas, pétalos de flores, resina, aceites florales y piedritas) en los cuales, la hembra pone un huevo y una carga polínica de la que se alimentará la cría.
Pero, sin embargo, Torretta aclara que “otras especies de abejas son sociales con casos en los cuales dos o más hembras viven en el mismo nido y conforman una colonia. En estos casos, existen distintos niveles de socialidad: abejas primitivamente sociales con colonias temporales y abejas morfológicamente similares, y abejas eusociales con colonias perennes, con diferencias morfológicas entre reina y obreras y alta dependencia entre castas, como la abeja melífera”.
Además, existen, cuenta Torretta !especies parásitas que no construyen nidos, pero como requieren polen para que el desarrollo de sus crías, atacan nidos de otras especies de abejas. La mayoría de estas especies atacan nidos de especies solitarias y cómo consumen el polen colectado por la abeja huésped se las llama cleptoparásitas (que roban el alimento). Además, hay especies parásitas sociales que atacan nidos de especies sociales”.
La importancia de conservarlas
Torretta cuenta que “las abejas son las responsables de la polinización de la mayoría de las especies de plantas con flores (Angiospermas) y muchos de nuestros alimentos son producidos por las abejas”.
“En el mundo, se manejan comercialmente un puñado de abejas (las más conocidas son la abeja melífera, Megachile rotundata, una especie asiática que poliniza la alfalfa, pero hay algunas especies de abejorros, de abejas carpinteras); sin embargo, el servicio ecosistémico ofrecido por las abejas silvestres es también muy importante”, agrega Torretta.
El profesor de la Facultad de Agronomía sostiene que “actualmente, se sabe que para algunos cultivos la eficiencia de polinización de las especies silvestres es mayor que la de algunas especies manejadas, y que la presencia de abejas silvestres y manejadas pueden generar interacciones sinérgicas”.
“Además, agrega Torretta, dejando un poco de lado nuestra mirada antropocéntrica, las comunidades de plantas silvestres se ven favorecidas en ecosistemas con diversidad de polinizadores. Actualmente, las abejas silvestres y manejadas (así como otras especies de animales y plantas) se encuentran críticamente afectadas por el cambio en el uso de la tierra, incluyendo la pérdida y la fragmentación del hábitat, la introducción de especies exóticas, y el uso (y abuso) de agroquímicos (pesticidas y/o herbicidas)”.
“Estamos en un momento bisagra en el cual debemos repensar cómo producir alimentos y otros recursos, a partir de un manejo amigable con el medio ambiente y todos sus participantes”, advierte Torretta.