La creación de Ciudad Universitaria

Pabellón II en plena construcción.

Desde sus orígenes en 1821, la Universidad de Buenos Aires se caracterizó por estar dispersa por la ciudad, pero integrada al paisaje urbano. Pero para la década de 1930 comenzó a gestarse la idea de reunir a todas las facultades, y juntar el área académica con la investigación en una única Ciudad Universitaria, proyecto que comenzaría volverse realidad en 1958.

Los 1960s fueron una época de cambios en todo el mundo, y de todo tipo, y no fue distinto dentro de la UBA. Fue un período de reconstrucción y modernización académica y científica. Se legitimó la enseñanza y la investigación de tiempo completo, se inició el proyecto de difusión cultural con la Editorial Universitaria de Buenos Aires o Eudeba, y la extensión universitaria, y se cimentó el proyecto de la Ciudad Universitaria.

La idea de una Ciudad Universitaria

La idea original de una Ciudad Universitaria para la UBA buscaba reunir a todas las facultades en un único sitio, con una biblioteca central, espacios de deportes. Se buscaba facilitar la relación entre los distintos ámbitos académicos de la universidad, y de estos con el área de investigación.

Las primeras ideas para la construcción de una Ciudad Universitaria comenzaron a discutirse a fines de la década de 1930. Estaban más en relación con los cambios arquitectónicos y de zonificación que estaban ocurriendo en la ciudad de Buenos Aires, aunque también se pensó desde un punto de vista académico, e incluso económico. Esto se resume en el argumento que esgrimió Bernardo Houssay en 1940:

“En las ciudades universitarias es más fácil la cooperación y el intercambio de ideas. Los estudiantes de una facultad pueden seguir cursos de otras, lo que interesa mucho a la cultura general. La ciudad universitaria presenta enormes ventajas de organización y centralización institucional, que son didácticas, económicas, administrativas y culturales”.

Esta era la idea original de los años 1930s, que no llegó a prosperar por falta del apoyo económico del gobierno nacional. Pero en 1958 comenzaría un período de reformas y modernización en la UBA, que se cimentaría durante la década de 1960 con el aumento constante de estudiantes.

También la planta de profesores e investigadores creció, ya que en los años 60s se realizó una transformación académica importante dentro de la UBA, que fue la revalorización de la función del profesor y del investigador. Ambas pasaron a ser una profesión de tiempo completo. Este hecho también potenció la necesidad de espacio.

Gestación de la Ciudad Universitaria

Como parte del proyecto de renovación de la UBA, en 1956, se comenzó a hablar de un predio único que reuniese a todas las facultades. Cuando Risieri Frondizi asumió como rector, a fines de 1957, dio principal importancia a resolver el problema de espacio físico para estudiantes, docentes e investigadores. Se puso al frente del proyecto de la Ciudad Universitaria para la UBA, con la idea central de que estudiantes, profesores e investigadores de todas las facultades pudiesen convivir en un área unificada.

La idea que encabezaba Frondizi era la de que la concentración de facultades, y la creación de departamentos, institutos, laboratorios y bibliotecas comunes, no sólo sería un ahorro de espacio, al evitar tener tantos edificios desperdigados por la ciudad, sino que también sería un ahorro económico importante, al unificar todo, la administración incluida.

A principios de 1958 se organizó un Concurso de Ideas para una Ciudad Universitaria ubicada en donde está actualmente la Facultad de Derecho, y paralelamente, un estudio urbanístico para elegir la mejor ubicación definitiva de la Ciudad Universitaria, dentro de la ciudad de Buenos Aires.

Plano del diseño original de Ciudad Universitaria. Sólo 1, 2, 10 y 11 se completarían, y 4 y 3 sólo las bases.

Como posibles localizaciones se debatían los terrenos de la actual Facultad de Derecho, que pronto se descartaron por falta de espacio; los terrenos de las actuales facultades de Agronomía y Veterinarias, también desestimado porque quitaría espacio necesario para el desarrollo de las actividades de esas dos facultades. Finalmente, el lugar elegido fue sobre la costa del Río de la Plata, en el barrio de Nuñez, en terrenos pertenecientes al gobierno nacional, que podrían albergar campos de deportes, y a todas las áreas académicas y de investigación de la UBA.

Los terrenos fueron cedidos a la UBA por el poder ejecutivo nacional el 8 de agosto de 1958, lo que fue acompañado con un decreto que asignaba un presupuesto especial para el inicio de la construcción de la Ciudad Universitaria.

Esto daría paso al diseño de un proyecto maestro que incluiría a todas las facultades, y en el que incluso debería realizarse una importante modificación de la ribera del Río de la Plata. Se organizó un concurso internacional para el diseño, ganado en 1962 por un equipo de arquitectos egresados de la UBA, formado por Eduardo Catalano, Horacio Caminos, junto al ingeniero Federico Camba.

El esquema original semejaba la planta de una verdadera ciudad, en forma de damero, con cuatro pabellones mayores uno al lado del otro, que alojarían a las facultades de Ciencias Exactas y Naturales; Arquitectura y Urbanismo; Ingeniería y Ciencias Económicas. Se le unían otros cuatro pabellones, dos a cada lado del grupo principal, y dos más sobre la bahía frente al río, que irían alojando a las demás facultades.

En medio de todos estaría la biblioteca central, y cinco pabellones menores para rectorado, auditorio, casa estudiantil, y educación física. También habría viviendas estudiantiles. Pero la mayoría de las facultades no llegaron a alinearse con el proyecto del rector, por lo que finalmente sólo la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y la de Arquitectura y Urbanismo se alojarían allí. Si bien el freno real para el proyecto lo daría el golpe de estado al presidente electo Arturo Illia, en 1966.

Inicio de la construcción

Se arrancó por la construcción por el ahora Pabellón I, porque la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales era una de las más necesitadas de espacio, sumado a la urgencia por la llegada de la primera computadora del país, Clementina, que consistía en aparatos enormes, que ocupaban habitaciones completas. Para entonces fue toda una revolución, si bien tenía la capacidad de cómputo menor que un Smartphone actual.

Pabellón I habilitado.

Así es que se arrancó a construir un primer pabellón menor, para algunos departamentos de Exactas, y en especial para investigación. El Pabellón I se completó en 1961, incluso antes de que se aprobase el plan mayor para el resto de la Ciudad Universitaria.

Para quien lo conoce por primera vez, el Pabellón I parece laberíntico, pero fue deliberadamente pensado para que las aulas de planta baja y entre piso se nucleasen en el hall central, mientras que el segundo piso era dedicado a investigación, segregado de las plantas públicas inferiores, y al que sólo se puede acceder por pequeños ascensores y escaleras.

La construcción del plan mayor que se vería interrumpido en 1966, iba a continuar en varias etapas. De la primera etapa, que contemplaba a los cuatro pabellones mayores, la biblioteca central, el rectorado y auditorios, sólo se llegaron a completar los pabellones 2 y 3, y las bases para el 4 y 5.

Las obras fueron licitadas en 1962, entre 1963 y 1966 se logró completar e inaugurar el Pabellón II, mientras que el III estaba incompleto, y del IV y V sólo estaban las bases. Se terminó otro pabellón menor, que fue para investigación, el llamado pabellón de industrias. También se habían completado las áreas recreativas y deportivas, como parte de la iniciativa de Argentina de presentarse como candidata para los Juegos Olímpicos de 1968.

Pabellón II ya habilitado, y Pabellón III en plena construcción.

En 1966, el golpe institucional al presidente Arturo Illia, frenó todo el proceso de renovación universitaria de la UBA iniciado por la gestión del rector Risieri Frondizi, lo que también detuvo la continuidad del proyecto de una Ciudad Universitaria.

Ante la paralización de las obras por el golpe de estado, se frenó la mudanza de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales a su flamante Pabellón II, ya que le cedió el segundo piso a la Facultad de Arquitectura, necesitada de espacio, hasta que fuese habilitado el Pabellón III en 1971.

Estos dos pabellones tuvieron una idea de diseño similar a la del Pabellón I, de separar el área pública de la de investigación. En el Pabellón II los laboratorios fueron alojados en las plantas 3 y 4, mientras que las inferiores fueron para aulas, gimnasio, administración y bibliotecas. Por su lado, el Pabellón III se adaptó a las necesidades de las carreras de diseño, con los talleres en entrepiso y nivel 2, aulas y biblioteca en el 3 e investigación en el 4.

Estos pabellones tenían un diseño moderno, con una concepción arquitectónica adaptable, capaces de absorber cambios en sus locales, altamente flexibles de ser transformados en aulas, administración, o laboratorios. Si bien la idea de un lugar que nuclease a toda la UBA no volvió a remontar, en tiempos posteriores se irían agregando edificios a la Ciudad Universitaria, incluso el Parque de la Memoria. La última adición es el edificio Cero + Infinito, que tendrá tanto aulas como institutos de investigación.

Edificio Cero+Infinito

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