La educación en nuestro país está asociada a Sarmiento a tal grado que el 11 de septiembre se celebra el Día del Maestro para homenajear al llamado “Padre del aula” en la fecha de su fallecimiento, en 1888.
Para Domingo Faustino Sarmiento, la educación debía ser pública, gratuita y común. Algo tan normal hoy en día, que no se termina de comprender lo que fue su cruzada para la época.
Más interesante fue algo muy novedoso para la época, que fue buscar la misma educación para niñas y niños. Algo que no era la norma en el mundo por aquellos tiempos, un mundo en el cual la mujer solía ser relegada en todos los ámbitos de la sociedad.
Sarmiento pasó décadas dándole forma a su idea de educación pública para la Argentina, que fue llevando a la práctica desde los distintos puestos de poder que ocupó: gobernador de San Juan, senador, presidente de la nación, director de escuelas, e incluso como periodista, desde los medios.
Conversamos con María Luz Ayuso, maestra, licenciada en educación y doctora por la Universidad de Buenos Aires. Es docente de Historia General de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, e investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la misma facultad.
El padre del aula
“Sarmiento fue el principal impulsor de una educación para todos y todas, en una sociedad que estaba en profunda transformación. A través de la educación se propiciaba la igualdad social, y se ocupaba de formar al ciudadano para la nación que se estaba formando”, continuó Ayuso.
“No podemos pensar a la escuela moderna si no lo pensamos en el marco de la construcción del Estado Moderno. En ese sentido, Sarmiento ha dejado mucha letra escrita, mucha obra hecha y muchas discusiones dadas como para pensar cómo iba a ser esa educación”, aclaró la historiadora.
“Sin embargo, el discurso Sarmiento y su legado tienen luces y sombras, ya que se trató de un personaje muy polémico de nuestra historia. Podemos encontrarlo ensalzado, replicado en las figuritas de Billiken, con sus recuadros dorados y sus banderas celestes y blancas. O también, fuertemente atacado”.
“Uno de los elementos discursivos en educación más atacado es el sujeto en el cual pensaba, un sujeto ideal que se alejaba en mucho al sujeto real de nuestro territorio en esa época”.
Sarmiento tenía ideas muy progresistas para su tiempo, y otras diametralmente opuestas. La educación debía ser para todos y todas, igualaba de forma completa a mujeres y hombres, algo polémico para la época. Pero a la vez, dejaba fuera a los indígenas, a quienes no consideraba siquiera dignos de ser educados.
La gesta educativa
Cuando Sarmiento se exilia en Chile, por su oposición al régimen de Rosas, de allí lo envían a Estados Unidos a estudiar el sistema educativo de esa nación en ciernes. También viajó por diversos países de Europa. Esa experiencia Sarmiento la vuelca en sus diversos libros, pero principalmente en “Viajes por Europa, África, y América” y en “De la educación popular”, ambos de 1849.
“En su libro Educación popular presenta distintos aspectos del amplio programa de educación que estaba imaginando a través de una educación popular que sería obligatoria, gratuita y sin religión para todos los niños y niñas entre seis y catorce años”, explicó Ayuso.
Pero el programa es mucho más vasto, piensa en los edificios escolares, la luz y ventilación en las aulas, el mobiliario, etc. Todo forma parte de una experiencia estética que educa y civiliza a los niños y niñas.
La educación, antes de las iniciativas de Sarmiento, era para las élites. Con mucha presencia de la iglesia, y generalmente con la ausencia de la mujer. Lo principal, entonces, del legado de Sarmiento, fue el generar una educación normalizada y común para todas y todos.
Durante su presidencia construyó más de 800 escuelas, y la cantidad de alumnos pasó de 30 mil a 100 mil, en un país de 2 millones de habitantes.
“Sarmiento ya había instalado las bases de lo que iba a ser la educación común en 1875 cuando fue director general de escuelas de la Provincia de Buenos Aires. La ley que estableció en ese momento fue la antesala del proceso que va a continuar con las discusiones en el Congreso Pedagógico de 1882 y luego con la ley 1420 de 1884”, dijo Ayuso.
“Esa escuela común fue toda una batalla cultural que generaría profundos cambios políticos y sociales“, explicó la experta. “Fue el primer momento de gran expansión del sistema educativo argentino junto con la creación y expansión de un sistema de formación de maestras y maestros a través de las Escuelas Normales a cargo del Estado Nacional y distribuidas por todo el país”.
Las maestras de Sarmiento
“Cuando Sarmiento estuvo en EEUU conoció a Horace Mann. Él lo ayudaría a llevar adelante su proyecto de implantación y expansión de escuelas normales a través de la llegada de varias maestras y maestros norteamericanos a nuestro territorio. Sarmiento imaginaba que ese contingente de maestras y maestros podía ser difusor de esa de la escuela normal en nuestro territorio y así lo fue”, continuó Ayuso.
“De hecho, a través de Mann se realizan varios contratos entre esas educadoras y el Estado argentino para instalarse en la Escuela Normal de Paraná y desde allí dirigirse a otras ciudades para crear nuevas escuelas normales para las provincias”.
“La presencia de las mujeres en la educación es un tema interesante para pensar su lugar en la sociedad de la época. Si bien la presencia de las maestras en las escuelas tiene beneficios económicos, entre los argumentos se entendía que eran más baratas para contratar, también es un acto revolucionario“, explicó la historiadora.
“Se estaba pensando en la continuidad que tenían las mujeres en el cuidado de los niños respecto a la crianza, pero al mismo tiempo se está sacando a la mujer de ese espacio donde estaba confinada, que era el espacio doméstico, para ubicarlas en el espacio público, que solía ser exclusivamente para los varones”.
“En esa batalla cultural que realiza la escuela pública argentina, las maestras y maestros ocuparon un lugar fundamental como sujetos difusores de cultura. En los primeros años de formación del sistema, las escuelas normales y los colegios nacionales son para muchos pueblos y ciudades centros culturales con una importante función social”, contó Ayuso.
Telégrafo, tren y escuelas
“Las escuelas, los trenes y el telégrafo son elementos modernos fuertemente impulsados por Sarmiento en el territorio. Muy preocupado por los avances de la industrialización, para Sarmiento son el instrumento capaz de sacar al territorio de esa pequeña aldea y transformarla en una nación civilizada”, aclaró la experta.
“A través del telégrafo y el ferrocarril se podrá unir el extenso territorio de la Argentina. La educación hará lo propio para distribuir los saberes necesarios para formar el ciudadano para esa nueva nación”.
“El proyecto de la escuela moderna acompaña el proceso de integración social que tenía Sarmiento, en particular, vinculado a los saberes que distribuirían a toda la población: un idioma común, leer, escribir, contar“, dijo la historiadora. “También un relato del pasado que dijese “esta es la historia de la nación”, el conocimiento del territorio a través de la geografía, una moral cívica que dejara atrás la moral religiosa del pasado colonial, y también borrando cualquier otra marca cultural”.
“La escuela pública es parte del orgullo nacional, un espacio que garantiza derechos y distribuye la riqueza simbólica de nuestro país, por eso las educadoras y educadores la defendemos, porque donde está la escuela está la patria”, concluyó Ayuso.