Líderes de Estado, representantes gubernamentales, expertos en cambio climático, empresas y ciudadanos se reúnen anualmente en el contexto de la convención marco de Naciones Unidas sobre cambio climático.
Conversamos con la Doctora en Ciencias de la Atmósfera de la UBA, Inés Camilloni para conocer acerca del desarrollo de la actual COP26 y sus expectativas al respecto, ya que, entre otras cosas, es una de las autoras del Informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, de 2018 y participante del cuarto y quinto informe de evaluación del IPCC.
-¿Cuál es la importancia de estas conferencias?
Cada año, las partes se reúnen con el objetivo de que los países o las partes que adhieren a la convención, tomen las medidas necesarias para que las acciones humanas no generen una interferencia peligrosa con el clima.
En esta COP26, lo que se está discutiendo son cuestiones vinculadas con la implementación del acuerdo de París, establecido en 2015 y que tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura del planeta en 2°C y hacer esfuerzos como para que no supere 1,5°C. Para alcanzar esto, los países presentan lo que se llama sus contribuciones nacionalmente determinadas.
-¿Qué es lo que se está viendo hasta ahora?
Hasta ahora estos informes que hicieron los países de cómo voluntariamente van a reducir las emisiones, lo que muestran es que están lejos de ser suficientes para limitar el calentamiento a 1,5°C y aún a 2°C, por lo tanto, la importancia que tiene esta reunión es precisamente, alentar a los países a tomar medidas más ambiciosas para reducir las emisiones.
-¿Qué es lo que se debería decidir en esta COP26?
En esta reunión en particular, lo que se va a decidir son cuestiones, precisamente vinculadas a la necesidad de que las partes sean más ambiciosas en sus objetivos de reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
Surgieron acuerdos vinculados con limitar emisiones de metano, que es un potente gas de efecto invernadero; decisiones que tienen que ver también con la protección de bosques para frenar la deforestación, ya que cumplen un rol fundamental como sumideros de carbono, pero hay otros puntos todavía en el marco del acuerdo de París que faltan ser acordados, que tienen que ver con las cuestiones de transparencia.
-¿Transparencia con respecto a qué?
Los países prometen que van a reducir sus emisiones, ¿cómo se hace ese proceso de control de lo que los países dicen que van a hacer y qué efectivamente hacen y cómo eso realmente se verifica? Ese es un punto bastante clave para que se cumpla el acuerdo de París.
Otro aspecto es el que tiene que ver con el financiamiento. Hay países que son menos responsables en las causas de cambio climático, que emiten mucho menos gases que otros, pero que sufren impactos mucho más severos, que necesitan financiamiento para implementar medidas de adaptación, para reducir los riesgos que implica el cambio climático; también para hacer las transformaciones en sus sistemas de generación de energía para limitar sus emisiones. Toda la discusión que tiene que ver con el financiamiento es otro de los puntos clave que debería definirse en esta reunión.
El acuerdo de París se firmó en el 2015, entró en vigor en 2016 y estos puntos de transparencia y financiamiento, pasados todos estos años, todavía no fueron, finalmente decididos y reglamentados.
-¿Qué es lo que Ud. cree que efectivamente se decida?
Hasta que no terminan estas reuniones, uno siempre intenta mantener cierto nivel de optimismo de que se van a lograr ciertos acuerdos ambiciosos. En general las COP terminan con decisiones en el último día o aún se extienden uno o dos días más.
Lo que espero es que se tengan en cuenta los impactos que ya está produciendo el cambio climático, los riesgos que ya significa a futuro, aún con un umbral de calentamiento de 1,5°C. Toda la información la provee la ciencia, el último reporte del panel intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático pone toda la información sobre la mesa para que las decisiones sean fundamentadas en términos de cuán imprescindible es que la temperatura de la tierra no supere 1,5°C.
Lo que espero es que los países estén a la altura de las circunstancias y que las promesas que están haciendo, aunque todavía no son suficientes, sean por lo menos más ambiciosas y más allá de eso, que no sean solo promesas, sino que se implementen en tiempo y forma. Porque lo que muestra la ciencia es que, si queremos evitar el calentamiento, de aquí al 2030 es imprescindible reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad de lo que se estaba incorporando a la atmósfera en 2010.