Por los claustros académicos de la UBA han pasado los cinco Premios Nobel de Argentina. Uno de ellos es Adolfo Pérez Esquivel, quien recibió su distinción en 1980, por su trabajo junto al Servicio Paz y Justicia para América Latina (Serpaj).
Desde septiembre de 1998 es titular de la Cátedra Cultura para la Paz y los Derechos Humanos, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y en el 2006, fue distinguido con el Doctorado Honoris Causa.
Nunca renunció a su compromiso con las causas latinoamericanas y sigue siendo un referente y activista en causas por la paz en todo el mundo. Participó de campañas contra el Apartheid en Sudáfrica, en Irak y en Afganistán, entre otros.
Activista argentino, latinoamericano e internacional
Adolfo Pérez Esquivel comienza su militancia social y comprometida en la década del 60, a través de su trabajo con organizaciones latinoamericanas cristianas de base. Fue líder en los movimientos de no violencia de la región y en 1973, siguiendo esa línea de pensamiento, fundó el periódico “Paz y Justicia”.
La violencia generalizada en todo el continente latinoamericano en aquellos tiempos, lo acercó cada vez más a los movimientos de diferentes países y a asumir compromisos cada vez más fuertes. Fue designado en 1974, en Colombia, como presidente del Servicio de Paz y Justicia para América Latina.
Su militancia a favor de la paz y los derechos humanos le valió la cárcel en Ecuador y Brasil en la década del 70. En nuestro país fue encarcelado en agosto del 77 y durante 14 meses. En esas circunstancias, fue víctima de un “vuelo de la muerte”, al que, según sus propias palabras, sobrevivió por las protestas internacionales que había en ese momento.
En octubre de 1980, la Embajada de Suecia en Buenos Aires notificó acerca del premio a la cúpula militar argentina, hecho que les significó un duro golpe, porque visibilizó y puso en conocimiento del mundo el plan sistemático de exterminio que estaban llevando adelante los militares en nuestro país.
Cuando recibió el premio, lo agradeció “en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad”.
La notoriedad que le dio el premio fue aprovechado por Pérez Esquivel para dar a conocer en todo el mundo lo que sucedía en la región. Recorrió los países que sufrían dictaduras y alzó su voz pidiendo por la paz y los derechos humanos.
Su legado
Hace casi un año, el 10 de diciembre de 2020, se inauguró la Casa de los Premios Nobel Latinoamericanos en un espacio cedido por Adolfo Pérez Esquivel a la Universidad de Buenos Aires, que, desde entonces, administra, atesora y expone la obra, condecoraciones y archivos de los 17 premios Nobel de América Latina.
En aquella oportunidad, Pérez Esquivel expuso una vez más que el Premio Nobel de la Paz no le pertenece, sino que “este es el patrimonio que queremos dejar al presente y a las nuevas generaciones, esperando que la casa sea un lugar de formación, de conciencia crítica y de valores”.
Fiel a su compromiso, en la actualidad Adolfo Pérez Esquivel es Presidente del Servicio Paz y Justicia, en Argentina; Presidente del Consejo Honorario del Servicio de Paz y Justicia, en América Latina y Presidente de la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires.
Además, preside la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos -Milán, Italia-; la Academia del Ambiente -Venecia, Italia- y es Miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos y es jurado del Premio de Fomento para la Paz de la UNESCO. Participa del “Llamado de los Premios Nobel de la Paz por los niños del mundo”.