El profesor doctor Ricardo Jorge Gelpi es el nuevo rector de la UBA desde el pasado 2 de agosto de 2022. Hasta esa fecha, se desempeñaba como decano de la Facultad de Ciencias Médicas (UBA), cargo que ocupó desde 2018.
Gelpi dedicó gran parte de su vida a la investigación científica y a la docencia. Aún hoy, continúa dictando los teóricos del Departamento de Patología, con el fin de seguir en contacto con sus alumnos. Su especialidad, la cardiología, lo llevó a radicarse por algunos años en Estados Unidos, donde realizó investigaciones para la Universidad de Harvard, que también lo tuvo como profesor visitante y conferencista.
-¿Qué expectativas tiene para los próximos cuatro años de gestión?
Somos una universidad pública y el mayor desafío que tenemos es trabajar para seguir ofreciendo una educación masiva y de calidad. Nuestra misión al frente de la UBA es generar conocimiento con equidad, de modo de contribuir a formar una sociedad con posibilidades para toda la ciudadanía.
Considero un verdadero orgullo ser rector de la UBA y agradezco haber contado con el apoyo de la comunidad universitaria. También es una gran distinción trabajar junto a un vicerrector como Emiliano Yacobitti, a quien estimo y respeto, entre otras cosas, por su compromiso denodado con la educación pública y la Universidad de Buenos Aires. Con él, los secretarios, subsecretarios y demás funcionarios, formamos un gran equipo.
Pero todo esto también me pone frente a una gran responsabilidad. En estos cuatro años que tenemos por delante, trabajaremos creando consensos, respetando las disidencias y enriqueciéndonos con debates estratégicos por el bien de nuestra universidad.
-¿Cuáles serán las prioridades de su mandato?
Hay varios temas que queremos encarar. Si bien la investigación ya es algo prioritario dentro de la UBA y tiene un lugar importantísimo en el ámbito de la investigación nacional, siempre se puede mejorar. La idea es incentivar la investigación entre los estudiantes de grado en las facultades, de modo de formar profesionales y científicos capaces de resolver problemas futuros, de contribuir al desarrollo de la ciencia y también del país en general. Además trabajaremos para mantener y elevar la investigación que se hace en nuestros institutos y facultades. Continuar siendo una universidad de excelencia internacional, va de la mano con hacer investigación de calidad. Esto es así, en todas partes del mundo.
Otra de las prioridades de esta gestión será la internacionalización de la UBA, un tema en el que profundizaremos. Ya contamos con muchos y muy buenos convenios marco que nos habilitan a trabajar con varias universidades. Sumaremos más convenios específicos, que son los que permiten el trabajo entre un investigador o un docente, con investigadores, docentes o institutos de facultades de otro país. Esto posibilita potenciarse recíprocamente a las instituciones y generar mayor desarrollo de la investigación, más subsidios, colaboraciones en docencia, y en investigación.
Desde lo académico, un tema que estamos evaluando es la actualización de las carreras y planes de estudio. Es una cuestión a trabajar de forma conjunta entre el rectorado y las distintas facultades. La idea a largo plazo es que los estudiantes puedan egresar con un título y una experiencia educativa de calidad, en menor tiempo. Lo que debemos priorizar siempre es la excelencia en la formación, a la que hay que modernizar.
Todo esto, potenciando el compromiso social que la UBA tiene la obligación de mantener con la sociedad.
-La pandemia hizo que se tuvieran que cambiar muchas prácticas en el método enseñanza-aprendizaje. ¿Cree que algunos cambios vinieron para quedarse?
Por supuesto, varias cosas llegaron para quedarse desde la pandemia y algunas prácticas académicas no son la excepción, ya que terminaron enriqueciendo la formación. Aunque en algunas facultades ya había materias que se venían cursando de manera virtual pre pandemia, creo que todos aprendimos a usar mejor y perfeccionar la tecnología que se usa en la virtualidad. Esto ayuda, por ejemplo, a aliviar la carga de alumnos en las aulas, sin perder la calidad en las clases. Estas nuevas prácticas también, quizás colaboren a agilizar los tiempos de estudio.
-Sabemos que continúa dando clases. ¿Qué es lo que más le gusta de la docencia?
Si, continúo trabajando en lo mío, que es la cardiología y sigo dando teóricos de Patología. Desde el primer año como docente, siempre tuve alumnos de grado en mi laboratorio, y eso me encanta, porque considero que lo mejor de la docencia es el contacto con el alumno.
Soy director de un laboratorio que funciona en el Departamento de Patología. Es un instituto de investigación en el que nos dedicamos, puntualmente, a la patología de infarto de miocardio y la hipertensión arterial. Hacemos investigación básica y clínica porque también tenemos mucho contacto con cardiólogos. Soy un defensor acérrimo de que la investigación tiene que ser básica y también aplicada. Tuve la suerte de conocer al Dr. Lanari, cuando yo era becario, y solía decirme: “Gelpi, los médicos tienen que hacer investigación en alguna etapa de su vida, eso les cambia la impronta, la manera de ver la medicina”. Han pasado los años y estoy convencido de que es así. Esto es válido para todas las carreras y para todas las ciencias.
-Una de las primeras resoluciones de su gestión fue crear la Secretaría de Salud. ¿Cuál será su función?
Va a tener varias funciones, pero fundamentalmente con su creación buscamos mejorar la relación del rectorado con los hospitales y entre los propios hospitales. Recordemos que la UBA tiene seis hospitales: el Clínicas, el Roffo, el Lanari, el Vaccarezza, el de Veterinarias y el Hospital Odontológico, todos muy importantes en sus diferentes especialidades. Lo que buscamos, justamente, es que podamos trabajar en conjunto y relacionarnos más unos con otros.
-¿Cuál es la importancia de los hospitales escuela?
Son fundamentales. Creo que uno podría definir la calidad de una universidad dependiendo de si tiene o no algún hospital escuela. En primer lugar, los profesionales que están ligados a los hospitales tienen acceso a una formación continua y permanente. De la misma manera, los estudiantes tienen una formación diferencial, ya que el hospital escuela les da la oportunidad de tener todo en un mismo lugar, sin necesidad de cursar cada materia en hospitales diferentes.
– ¿Qué papel tendrá la extensión universitaria durante su gestión?
Para la UBA siempre fue muy importante y durante la pandemia de COVID19, su trascendencia se multiplicó. Nuestros voluntarios y voluntarias han trabajado mucho. La Facultad de Medicina, por ejemplo, tuvo 7000 voluntarios/as ofreciendo servicios en hospitales, en triages y ayudando a la gente. Asimismo, estudiantes de distintas facultades y de diversas especialidades, se volcaron a brindar su tiempo, su experiencia y sus ganas para devolver a la sociedad parte de lo que la UBA recibe como universidad pública. La experiencia que esos alumnos y alumnas tuvieron con el trabajo voluntario, es única y no la vamos a perder.
Por esta razón decidimos tener por un lado a la Secretaría de Extensión, y la de Bienestar Estudiantil, por el otro. El objetivo, justamente, es jerarquizar a cada una de éstas áreas.
-¿Cómo y por qué se decidió a estudiar medicina?
Cuando yo era joven tuve una novia que enfermó de cáncer. Los médicos de entonces decían que era un tema complicado y usaban mucho la expresión “todavía hoy la medicina no alcanza para esto”. Hacía falta más investigación para curar este tipo de patología. Así fue que quise estudiar medicina, no pensando en curar, sino en aportar nuevos conocimientos, eso que faltaba para ayudar a las personas.
-¿Cómo se inició en la política universitaria?
Si bien soy básicamente investigador y académico, considero que todos tenemos la obligación de involucrarnos con nuestra realidad para poder transformarla. O sea, no ser un simple espectador que critica lo que hacen los demás. En ese sentido, hace seis períodos que estoy trabajando en gestión en diferentes cargos. Me inicié cuando era profesor adjunto de Patología y me propusieron ser consejero suplente primero, y luego titular, en la Facultad de Medicina. Después fui vicedecano durante tres períodos, luego decano y ahora rector.
-¿Qué responsabilidad tiene la UBA como institución para con sus estudiantes y con el resto de la sociedad?
Grandísima. Nosotros somos una universidad pública y como tal, tenemos el deber de devolverle a la sociedad un buen servicio, ya sea en docencia, en investigación y en extensión. La universidad pública debe ser de calidad, de excelencia. Y la mejor universidad se logra con una combinación equilibrada de política y academia.
Vamos a continuar, y profundizar, la impronta académica y científica, pensando siempre en darle más a los alumnos y a la sociedad en general. La UBA es una institución de calidad, pero tenemos la misión moral de tratar de mantenerla y mejorarla.
Para lograrlo es importante contar con un buen equipo, y estoy convencido que lo tenemos. Yo siempre trabajé en equipo, nunca fui un individualista. Lo importante para trabajar bien en conjunto, es la comunicación y la confianza. Y todos nosotros estamos acá con un objetivo en común: seguir construyendo una universidad de excelencia, plural y a la altura de lo que la sociedad nos demanda.