Los riesgos de la Hipertensión Arterial

Para prevenir riesgos, conocer los valores personales de presión arterial es un desafío y una ayuda, de acuerdo con Analia Aquieri, médica del Laboratorio de Hipertensión Arterial del Hospital de Clínicas de la UBA. “La presión elevada es más frecuente de lo que se cree y si no hacemos controles periódicos de nuestros valores de presión arterial, es muy difícil detectarla. Su presencia aumenta la posibilidad de presentar enfermedad coronaria, infarto agudo de miocardio, complicaciones renales o ACV de forma significativa”.

“El aumento en la ingesta de alimentos con alto nivel de sodio, la inactividad física, el estrés, el tabaquismo y el sedentarismo en general son las causas más frecuentes de la hipertensión arterial. Se calcula que uno de cada cuatro adultos tiene presión elevada” advierte Aquieri.

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. Se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) y se expresa con 2 números, como por ejemplo 110/70 mm Hg. La presión arterial, para la mayoría de las personas, debe estar por debajo de 140/90 mmHg. Hay ciertas situaciones que nos obligan a tener valores de presión arterial más bajos, como por ejemplo si tenemos enfermedades del corazón, del riñón, diabetes. “Lo peligroso de esta situación es que la presión arterial alta o hipertensión suele no dar síntomas”, puntualiza Aquieri.

En diferentes edades a lo largo de la vida existen situaciones que aumentan el riesgo de padecer hipertensión. En la niñez y adolescencia el sobrepeso es la principal causa. En la adultez, la obesidad sumada a la inactividad física, mala alimentación, el exceso en el consumo de alcohol, el tabaquismo y la diabetes constituyen grupos de riesgo elevado. Por último, en la tercera edad el envejecimiento y la rigidez arterial pueden ser causantes de hipertensión, aún en pacientes que han tenido presiones normales previamente.

“En 9 de cada 10 casos no hay un único agente causal sino que pueden estar involucrados mecanismos renales, endocrinos y vasculares entre otros, todo ello sobre la predisposición genética de la persona. Esto se conoce como hipertensión primaria y se diferencia de la hipertensión secundaria porque esta última es consecuencia de una afección determinada, por ejemplo desórdenes endocrinos, insuficiencia renal, apenas del sueño o incluso el consumo de ciertos fármacos o drogas”, advierte Aquieri.

Para evitar que las personas con factores de riesgo y antecedentes familiares sean futuros hipertensos debemos incorporar la actividad física aeróbica regular, evitar el sobrepeso y la obesidad, especialmente de abdomen y tronco, mantener una alimentación saludable, rica en vegetales, frutas, granos integrales, pobre en harinas, grasas saturadas y sodio, el tabaco (pasivo y activo), reducir la ingesta de alcohol y no consumir drogas.

“Estamos ante un enemigo silencioso, responsable de muchas muertes por año y productor de marcada discapacidad en la población general. Debemos realizar nuestro mayor esfuerzo para diagnosticar, tratar y controlar muy de cerca a nuestros pacientes. Sólo de esta manera, vamos a mejorar el impacto negativo que tiene sobre la salud. A pesar de la alta prevalencia de la hipertensión un tercio de los hipertensos no saben que lo son y la mitad de los que se encuentran en tratamiento no están adecuadamente controlados”, concluye la profesional Analia Aquieri.

Fuente: Prensa del Hospital de Clínicas

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