Enfrentar el cáncer en la adolescencia

Hablar de adolescencia significa abordar una etapa muy especial en la vida de cualquier persona y su desarrollo. Es un momento, que de por sí, trae muchos cambios en el cuerpo y, también, en la psique. Pero ¿Qué pasa cuando, en medio de todo este maremoto, se diagnostica una enfermedad como el cáncer?

El Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo” cuenta con un Área de Salud Mental. Dialogamos con su directora Adriana B. Romeo y con las licenciadas Mercedes Califano y Silvana Leites acerca de los desafíos que debe afrontar el adolescente, en una etapa vital en la cual trata de ganar autonomía y establecer una identidad independiente.

¿Cómo llega el paciente a ustedes?

Por diferentes vías. Pueden venir derivados por el médico o cualquier profesional del equipo tratante, por motivación propia, sugerencia o inquietud de alguno de sus familiares o, también, por medio de profesionales externos a la institución que, por algún motivo, conocen al paciente y solicitan la consulta, siempre y cuando éste tenga historia clínica en el Roffo. 

Habitualmente, recibimos pacientes que ya poseen el diagnóstico, ya que al tratarse de una Institución que trata exclusivamente enfermedades oncológicas, las derivaciones que se reciben son de pacientes que están en conocimiento de su patología.

La intervención psicológica en las distintas etapas del tratamiento del adolescente oncológico apunta a personas que ya no son niños ni tampoco adultos. 

¿Cómo trabajan con los pacientes al momento de recibirlos?

Ante todo, es necesario aclarar que, por las características de esta población, el trabajo tanto médico como psicológico, psiquiátrico o de cualquier especialidad interviniente, enfrenta desafíos, objetivos y estrategias especiales, tomando en cuenta la edad y de la etapa vital en la que se encuentran. 

Por ello la modalidad de trabajo y de intervención con estos pacientes, se adapta a las necesidades de cada población, en este caso la adolescencia. Todas las etapas vitales presentan sus características, desafíos, problemáticas específicas, y desde luego, la adolescencia no escapa a esta realidad.  

¿Y qué desafíos deberá afrontar un paciente adolescente oncológico?

La adolescencia es un periodo de transición desde la niñez a la edad adulta que se caracteriza por grandes cambios psicológicos, biológicos y sociales, que suponen desequilibrios y ajustes. Los adolescentes se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico, sexual y social. 

Asimismo, es una fase de desarrollo que comprende una mayor vulnerabilidad al estrés emocional que podría verse seriamente agravada por la enfermedad. 

El cáncer en los adolescentes plantea una serie de retos únicos tanto para el paciente como para sus familiares. 

Estos desafíos no están limitados al diagnóstico sino al conjunto de tratamientos que vienen después 

El diagnóstico de cáncer tiene un gran impacto en su bienestar psicológico y el desarrollo físico. Luego, estará el tiempo sin ir a la escuela o sin poder realizar otras actividades que puede costar amistades y crear sentimientos de aislamiento en un momento en el que sentirse conectado a sus compañeros es de suma importancia para el sentido de identidad del adolescente. 

Tanto el diagnóstico como el tratamiento invasivo asociado, y los subsiguientes efectos secundarios están asociados con una fuerte tensión y carga psicológica. Esto tiene el potencial de dañar seriamente no sólo la salud de la persona joven, sino también su sentido de desarrollo de la propia identidad y la imagen corporal. 

Tener cáncer supone una nueva carga en un momento de la vida en el que el adolescente trata de ganar autonomía y establecer una identidad independiente. La comunicación con ellos exige un mínimo acercamiento a su “mundo”.

¿Cómo se trabaja en aspectos como imagen personal, autopercepción, intimidad, riesgo de vida, entre otros?

La adolescencia es el momento en que se produce la experimentación personal, el desarrollo de nuevas relaciones, la exploración de la conciencia sexual y la iniciación de la actividad sexual, considerándose tareas esenciales en esta etapa del desarrollo. 

Hacer frente a un diagnóstico de cáncer tiene un impacto significativo en jóvenes que ya debían lidiar con los factores que mencionamos anteriormente y a los que podemos agregar los problemas de imagen corporal. 

El impacto del diagnóstico y tratamiento del cáncer, tanto en la fertilidad, como en la identidad psicosexual, puede ser potencialmente devastador, sobre todo si no son detectados y atendidos en esta etapa.

¿Cómo se maneja la información con el entorno familiar en un momento tan crítico? 

Los padres se sienten afectados cuando su hijo/a enferma, puede producir ansiedad y depresión que afectan a las relaciones entre ellos, con el adolescente enfermo, con el resto de los hijos y de la familia, su entorno laboral y social. 

Los padres ponen en marcha mecanismos de afrontamiento ante la enfermedad, diferentes para cada uno de ellos, y su comportamiento no es siempre acorde a su situación actual. Si los modos de afrontamiento de la pareja son discrepantes, trae consigo mayor conflicto matrimonial y por lo tanto mayor alteración del clima familiar. 

Es un cuadro nuevo y, a la vez, no esperado ni deseado ¿Qué consecuencias notan ustedes? 

La madre suele ser la cuidadora principal por lo que presenta más síntomas de ansiedad y depresión que el resto de la familia tras el diagnóstico y durante la enfermedad del hijo. Algunos de los síntomas de ansiedad y depresión en los padres continúan cuando los adolescentes ya se han curado de su enfermedad. 

¿Y el adolescente, ante la enfermedad, cómo se comporta?

Tienen necesidades distintas, requieren cierta autonomía. Se les puede dar la oportunidad de tomar parte activa en decisiones que pueda manejar y que van a aumentar su comodidad en el hospital. 

Cuando participan del tratamiento de su enfermedad suelen estar menos pasivos, menos deprimidos y asustados. Tienden a ser menos rebeldes y esto conlleva que puedan canalizar mejor su energía hacia la recuperación. 

Es necesario crear un ambiente que proporcione seguridad, donde sientan que se puede conversar abiertamente sobre la enfermedad y el tratamiento. 

Y en este punto, una vez más, el entorno familiar es clave

Claramente para que esto ocurra, los padres tienen que estar convencidos. Si es así, podemos estar seguros de que, más tarde o más temprano, el paciente hará sus preguntas y expondrá sus inquietudes. 

Si los padres tienen reacciones exageradas o una emocionalidad desbordada el adolescente lo percibe y puede afectar su propio afrontamiento y emocionalidad. Es importante que los padres puedan tolerar la incertidumbre, y cuando no lo consigan, deben pedir ayuda profesional.

¿Cuántos adolescentes se atienden en el Roffo? ¿Cómo es su día a día?

En nuestro servicio, un promedio de cuatro adolescentes por mes (a partir de los 16 años y en situaciones especiales) y en los cuales la patología más frecuente corresponde a tumores óseos y linfomas. Dependiendo del tratamiento que se encuentre realizando nuestra intervención será en hospital de día, sala de internación o de forma ambulatoria. 

En algunos casos las entrevistas son individuales y en otros en conjunto con su familia. Los objetivos terapéuticos se orientan a la adherencia a los tratamientos, lidiar con los cambios físico, social y emocional, además de los duelos que tiene que afrontar como consecuencia de su enfermedad y tratamientos. 

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